El alza contenida
James Cameron se viene a Galicia a hacer una película sobre el chapapote. El director de Abyss y de Titanic, fiel amigo del mar, está indignado con el hundimiento del Prestige y ha decidido tomar partido: "Quiero movilizar a las masas y hacer comprender a los políticos que el naufragio del Prestige no fue una fatalidad". Le preocupa la prolongación del problema cuando emerja el fuel aún hundido. Quiere filmarlo.
El fuel está, pues, en alza contenida, palabras enigmáticas con que la ministra Del Castillo diagnosticó la situación del cine español: "No está en crisis, sino en alza contenida". (Alza contenida, ¿no es ése el eufemismo políticamente correcto con que se define ahora la también llamada disfunción eréctil?) Eso es lo que le ocurre a nuestro cine. Genial.
Cameron es hombre de empuje. Él mismo cuenta que cuando llevó a sus productores el proyecto de Titanic les advirtió que se trataba de "la película más cara y más larga de la historia, en la que a los personajes no les ocurría nada interesante, y que al final morían todos". Logró convencerles con tales argumentos, y, curiosamente, después del éxito histórico que obtuvo no ha vuelto a rodar otra película. Explica que "Hollywood enloquece a cualquiera", y que él sólo consigue recuperar la cordura cuando está en la mar, que incluso anhela flotar en el cosmos, como ya ha hecho algún millonario caprichoso, con tal de alejarse de las censuras de la industria del cine. Porque, al parecer, censuras, haberlas haylas. En otras latitudes, el joven director malagueño Chiqui Carabante ha declarado al estrenar su primer largo: "Aún existe mucha censura no escrita en los despachos de las productoras, ya que para ellas todo debe ser políticamente correcto".
Con censura o sin ella, sonó en verdad políticamente correcto el ministro Zaplana cuando nos recordó, con ese esoterismo ministerial tan de moda, que "el cine permite trasladar valores que contribuyen al desarrollo personal de los jóvenes con el apoyo de las familias". Lo proclamó con motivo del premio que la Reina ha entregado a Elías Querejeta, precisamente por ser este productor "ejemplo continuo de reflexión crítica". ¡Y le condecoran con lemas sobre la familia, valores y desarrollo personal! ¡Lo que hay que oír, Elías!.. Por cierto, que la Reina recurrió en su discurso al tópico de que el cine es una fábrica de sueños. ¡En estos momentos!
Está claro que las autoridades hablan. Por doquier. A veces dan miedo. Un caso lejano, el diputado marroquí que ha amenazado con que "siempre existirá la necesidad de la censura", justificando así la prohibición de la reciente película de Nabil Ayuch, de quien en España se ha visto Ali Zaoua, una valiente denuncia de la pobreza. Ahora le han prohibido Un minuto menos de sol porque contiene escenas eróticas nunca vistas en el cine árabe... (cinematografía que, por cierto, está en alza, lentamente, pero en alza, sin adjetivos crípticos, frecuentando festivales internacionales y estrenándose en salas de la vieja Europa. Ahora, en París, es película de culto la mauritana Esperando la felicidad, y respecto al cine del sur, el Círculo de Bellas Artes madrileño rendirá homenaje la próxima semana al octogenario senegalés Ousman Sembene. Todos ellos padecen censuras y crisis, graves, muy distintas a las del Hollywood que parece enloquecer a James Cameron). En cualquier caso, crisis y censuras, censuras y crisis... historias de cada día.
Elías Querejeta, al recibir el premio citado, comentó a la prensa que ya se veía venir esta inestabilidad del cine español por un "cierto oportunismo" habido en tiempos recientes, y a la "expansión desmesurada y no controlada" de la producción. Mucho tema. Mañana, en la ceremonia de los Premios Goya, se prevén nuevas declaraciones sobre el tema, políticamente correctas o no: millones de oídos y de ojos estarán atentos a los mensajes.
Mientras nos hablan del alza contenida, un americano hace su business filmando nuestro chapapote...
Babelia
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