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La policía cree que el asesino de las dos mujeres mató a la primera por error

El doble asesinato del Putxet causa inquietud en el vecindario por temor a un posible perturbado

Miquel Noguer

Con la cautela que requiere el secreto sumarial y todavía con muchas piezas por encajar, ayer trascendió una primera hipótesis sobre el asesinato de dos mujeres en un aparcamiento del barrio del Putxet de Barcelona. La policía sospecha que el objetivo del asesino era la mujer de 46 años que apareció muerta el pasado miércoles y que mató a la primera, el 11 de enero, por error ya que ambas tenían una edad similar y gran parecido físico. Pero los investigadores no descartan completamente algo que atemoriza al vecindario: que los crímenes sean obra de un perturbado o un asesino en serie.

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De momento, lo único que está claro es que las dos víctimas presentaban muchas cosas en común: aparentaban la misma edad, tenían un físico similar y aparcaban sus vehículos en el mismo número de plaza, aunque en plantas diferentes. La policía sólo se atreve a dar un hecho como prácticamente seguro: que tras los dos asesinatos hay una misma persona o personas. En la investigación se barajan, de todos modos, diversas hipótesis sobre el móvil de los asesinatos. Los investigadores se inclinan a pensar que los crímenes son obra de un sicario contratado que se equivocó con la primera víctima, Maria dels Àngels R. B., de 49 años, asesinada el pasado 11 de enero a cuchilladas.

Pese a todo, se trabaja también con la posibilidad de que ambas muertes sean obra de un perturbado que repitió la acción en el mismo lugar al comprobar que la primera vez había podido actuar con total impunidad. Una tercera vía de la investigación, considerada la menos probable, apunta a la posibilidad de que el autor sea un asesino en serie, aunque, aparte del lugar y el parecido de las víctimas, no se conocen otros lazos entre los dos asesinatos. Además, en ambos crímenes se ha utilizado una forma de matar distinta, pues la primera mujer murió acuchillada y la segunda, María Teresa de Diego Rodríguez, de 46 años, a golpes con un objeto contundente todavía no identificado.

Bolsas de plástico

El autor de los asesinatos dejó dos bolsas de plástico sobre los cadáveres de las mujeres y sus cuerpos aparecieron en el mismo lugar, con una diferencia de apenas dos metros, en la quinta planta del aparcamiento subterráneo. Las plazas en que dejaban sus vehículos, ambas con el número 15 pero en distinta planta, están situadas cerca de la puerta de acceso a la escalera del recinto.

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De lo que no cabe duda es de que los asesinatos pudieron cometerse sin demasiadas complicaciones. El aparcamiento subterráneo está situado en una calle de la zona alta de Barcelona en la que no hay mucho tráfico, tiene cinco plantas, con capacidad para un centenar de coches, y carece de vigilancia. El recinto no dispone de cámaras de seguridad y nadie puede saber exactamente cuántas personas tienen acceso a él. De hecho, los cadáveres de las dos mujeres no fueron hallados hasta horas después de haberse cometido los asesinatos.El marido de la mujer asesinada el pasado miércoles pidió a la policía que extreme las medidas de seguridad en la zona, una tranquila área del distrito de Sarrià-Sant Gervasi, muy cerca de General Mitre.

El hombre, fuera de sí, también se quejó por lo que considera una falta de celo de las fuerzas de seguridad. "Ni policía ni nada. No lo puedo entender. Si esto es el sálvese quien pueda, que lo digan y que dejen que las mujeres lleven pistola. Mi mujer decía que quería llevar un cuchillo y yo me reía".

Nervioso, excitado, con la voz trémula y con mucha rabia en su interior, el marido se quejó del clima de inseguridad que, en su opinión, se respira en el barrio desde hace tiempo. Los vecinos se quejaron de lo mismo al ser recibidos por la delegada del Gobierno, Julia García-Valdecasas, a quien pidieron un aumento de la dotación policial. De hecho, el marido de la segunda víctima cree que lo que se debe vigilar es la calle y no el garaje. "El aparcamiento me da igual. Que controlen la calle. La culpa no es del aparcamiento, sino de los comedores de indigentes y de la gente que viene aquí", declaró.

También se quejó de que tras el asesinato del 11 de enero nadie informara a los vecinos de lo ocurrido. En este sentido, explicó que, pese a que su mujer dejaba el coche en este garaje, no se enteró del primer crimen hasta mucho después de los hechos: "La policía no informó de nada. Yo me enteré porque vi un ramo en el aparcamiento y pensé que igual se había muerto un perro".

El número 28 de la calle de Bertran de Barcelona se convirtió ayer en un punto de peregrinaje obligado para los residentes en el tranquilo distrito de Sant Gervasi. Poco amigos de las cámaras y de todo lo que pueda romper la tranquilidad de la zona, los vecinos preferían hablar del terrible suceso en los cafés, el mercado o las tiendas.

Los rumores sobre perturbados y asesinos en serie corrían como la pólvora por el barrio, sin que los continuos mensajes que lanzaba la policía para tranquilizar a la población tuvieran efecto alguno.

Algunos propietarios incluso se negaron a entrar en el aparcamiento. No se fiaban. Este era el caso de la conductora de una motocicleta, quien confesó: "Antes que aparcar allí dentro la dejo en doble fila". Por la tarde, los arrendatarios y propietarios de plazas en este aparcamiento, inaugurado en 1992 se reunieron con el administrador de fincas, con quien acordaron contratar a un vigilante privado que vele por la seguridad del recinto.

Pero los vecinos siguen desconfiando y algunos han comenzado a tomar medidas por su cuenta. "Yo ya llevo un martillo en el bolso", explicaba ayer una mujer en el mercado.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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