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Chávez suspende el mercado de divisas para frenar la fuga de capitales de Venezuela

Varias multinacionales abandonan el país ante el deterioro de la situación económica

El Gobierno venezolano suspendió por cinco días hábiles las actividades del mercado de divisas, como preludio a la instauración de un control de cambio. "El país enfrenta acciones que han mermado los ingresos provenientes de los hidrocarburos, lo que ha afectado la estabilidad de las reservas internacionales", afirmó el presidente Hugo Chávez en el decreto que puso en marcha la medida. El objetivo del Gobierno es evitar la fuga de capitales al extranjero. Mientras tanto, varias multinacionales, como Microsoft y Ford, han decidido abandonar el país.

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"Se faculta al ministro de Finanzas para que convenga con el Banco Central de Venezuela medidas de carácter temporal, que establezcan limitaciones o restricciones a la convertibilidad de la moneda nacional y a la transferencia de fondos, del país hacia el exterior", señala el decreto presidencial. El Gobierno venezolano también tomó en consideración la demanda especulativa de dólares, que sobrepasa "en forma excesiva" las necesidades reales de la economía.

De inmediato, el Ministerio de Finanzas y el Banco Central suscribieron un acuerdo que suspendió la compra y venta de divisas hasta el miércoles 29 de enero. Durante este paréntesis, las autoridades dictarán normas del nuevo régimen cambiario. El Ejecutivo aclaró que las operaciones destinadas al pago de la deuda externa se realizarán sin alteraciones.

El dólar cerró el martes a 1.853 bolívares, pero durante el día llegó a cotizarse a 1.925, acumulando una devaluación del 32% en lo que va de año 2003. Durante la semana pasada se compraron en el mercado de divisas un promedio de 139 millones de dólares por día, a pesar de que las grandes empresas industriales e importadoras continúan cerradas por la huelga, que ya arribó a 52 días. El nivel normal es de 60 millones.

La última vez que en Venezuela se aplicó control de cambio fue entre junio de 1994 y abril de 1996, como consecuencia de la crisis bancaria que arrasó las principales instituciones financieras. El ministro de Finanzas, Tobías Nóbrega, en un mensaje radiotelevisado, advirtió de que las circunstancias que provocan esta decisión "son mucho más graves" que las que caracterizaron ese episodio, así como las dos ocasiones anteriores en las que se restringió el mercado de divisas (1960 y 1983).

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"El sabotaje petrolero ejerció un efecto devastador sobre las finanzas públicas, lo que nos obliga a tomar severas medidas fiscales, financieras y cambiarias. Se ha puesto en jaque a toda la economía del país. Se le ha causado un daño profundo y de largo alcance a toda la población", dijo Nóbrega, refiriéndose a la participación de la alta gerencia de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) en la huelga general que se inició el pasado 2 de diciembre.

El asesor económico de la Asamblea Nacional (Parlamento), Francisco Rodríguez, aseguró que la instauración de un control de cambio debe ser aprobada por el Poder Legislativo, a menos que el Gobierno declare el estado de excepción previsto en la Constitución.

Portavoces del sector privado y expertos coincidieron en calificar la medida como "desesperada" y aseguraron que agravará, en lugar de mejorar, la situación económica. A medida que ésta se deteriora, aumenta el número de multinacionales que abandonan el país. Microsoft ha decidido cerrar sus dos oficinas en Venezuela y Ford ha ordenado a sus empleados que no vayan a trabajar a partir de la semana que viene.

En el ámbito de los medios de comunicación afloraron temores de que, como lo hicieron anteriores Gobiernos, el régimen de control cambiario se use como una modalidad encubierta de censura, al restringir las divisas para compra de papel, tinta y otros insumos que no se fabrican en Venezuela.

Ambiente prebélico

La medida se toma en un recalentado ambiente político, atizado por las constantes movilizaciones de calle. Justamente para hoy está programada una manifestación en respaldo al presidente Chávez, que ha desatado una ola de preocupación en la clase media caraqueña, que teme saqueos y violencia política.

Durante los últimos días se han multiplicado las reuniones en los edificios residenciales de la capital venezolana para analizar "planes de contingencia". En esos encuentros priva un clima prebélico que da escalofríos. Se habla de sistemas de alerta para la comunidad (amarillo, naranja y rojo); se levantan listas de los médicos que viven en los edificios; se reservan espacios para posibles hospitales de campaña y, según han denunciado algunos vecinos, también se cuentan las armas disponibles para la defensa y se censa a los partidarios o simpatizantes del Gobierno que en caso de emergencia deben ser "neutralizados".

Elías Jaua, portavoz del oficialista Movimiento Quinta República (MVR), recalcó que la ola de pánico ha sido sembrada por sectores de la oposición y carece de bases reales, pues la idea de la toma de Caracas sólo tiene la finalidad de demostrar el apoyo popular que sigue teniendo el presidente Chávez. "Nadie va a saquear ni a agredir a los caraqueños de clase media", enfatizó Jaua.

Dos agentes detienen a un sospechoso de participar en un enfrentamiento entre estudiantes y la policía en Caracas.
Dos agentes detienen a un sospechoso de participar en un enfrentamiento entre estudiantes y la policía en Caracas.AP

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