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PANTALLA INTERNACIONAL

La energía creadora argentina se refugia en el arte del cine

Este año aumentarán los estrenos a más de 50 películas

La fábrica de sueños revierte la crisis doblando la apuesta. Con su formidable energía creadora, el cine argentino recoge las pesadillas de la realidad y las recicla en historias que conquistan al público. 50 películas en 2001, 45 en 2002 y más de cincuenta estrenos previstos para 2003. Una media de cuatro millones de espectadores que se mantiene a pesar del devastador terremoto económico que devaluó a la tercera parte el peso, la moneda nacional.

Luis Puenzo, ganador del Oscar con La historia oficial a comienzos de los años ochenta y que llevaba 11 años sin filmar, comienza a finales de este mes el rodaje de La puta y la ballena en Península Valdés, sobre la costa atlántica, una coproducción de capital argentino y español con un coste estimado en tres millones de euros. Estará protagonizada por Aitana Sánchez-Gijón y Leonardo Sbaraglia.

Hasta fines de junio, se anuncia el comienzo de otros 20 rodajes. Entre ellos, Cleopatra, una historia de carretera y de destinos cruzados con Norma Aleandro y la popular actriz de telenovelas y cantante Natalia Oreiro, escrita y dirigida por Eduardo Mignogna -ganador de tres Goya con La fuga, El faro y Sol de otoño-, que cuenta también con inversores españoles. La productora argentina Patagonik ha comprado los derechos de La señal (Planeta), la última novela de Mignogna, y los papeles protagonistas de los dos detectives de ficción serán ofrecidos a Ricardo Darín y Javier Bardem.

Lucrecia Martel, reconocida por su ópera prima La ciénaga, rodará el guión La niña santa, que escribió el pasado año en París después de que el Festival de Cannes le diera una beca. Martel adelanta que la trama revisa la "construcción de la moral católica", impuesta de modo que a su juicio "la felicidad no le llegue a nadie", y se teje "entre una adolescente de un grupo católico y un hombre de 50 años".

En la industria del cine argentino parece verificarse la teoría experimental que los investigadores de la materia, los astrónomos y los exploradores del universo copiaron a la estrategia de las arañas: tiende la red, ten paciencia, algo va a suceder. Las escuelas y los institutos que en los años ochenta convirtieron a miles de estudiantes y aficionados en guionistas, técnicos o realizadores se extendieron en los últimos años por todo el país. Esas nuevas generaciones anudaron luego, lentamente, sus propias conexiones, con ideas, guiones y recursos propios, ahorros familiares, becas, coproducciones, créditos privados o ayudas.

En la cantidad se destacó la calidad, las mejores películas tiraron del resto, compitieron en festivales extranjeros, ganaron premios y mercados. Esta temporada, favorecida por la devaluación del peso y la crisis económica, la industria se prepara para batir sus propios registros de producción. El trabajo a destajo obligó a algunos directores a retrasar el plazo previsto de rodaje.

Juan José Campanella, guionista y realizador que compitió por el Oscar con El hijo de la novia, es uno de los que deberá ahora aguardar hasta fines de mayo para filmar Luna de Avellaneda, una historia que el realizador considera "una trampa para extranjeros porque es muy argentina". La trama se desarrolla alrededor de las actividades de un típico club de barrio del gran Buenos Aires y los protagonistas serán nuevamente Ricardo Darín y Eduardo Blanco.

A la extendida sombra de Campanella, el más premiado y reconocido de los directores argentinos actuales, despunta toda una generación de talentos encabezados por Adrián Caetano, que inicia en febrero el rodaje de Familia rodante, una película de carretera que sigue a los 12 protagonistas en viaje desde el gran Buenos Aires para acompañar a la abuela a un casamiento en el norte del país. Alberto Lecchi acaba de concluir el rodaje de El juego de Arcibel, protagonizada por Darío Grandinetti, Diego Torres, Juan Echanove, Juan Diego y Rebeca Cobos. Entre las películas ya terminadas y listas para el lanzamiento, se encuentran: Valentín, de Alejandro Agresti; Los guantes mágicos, de Martín Rejtman; El juego de la silla, de Ana Katz; Adiós querida luna, de Fernando Spiner; Sudeste, de Sergio Bellotti; Vladimir en Buenos Aires, de Diego Gachassin; Ilusión de movimiento, de Héctor Molina, y Potestad, de César d'Angiolillo.

Exportar

Para Pablo Bossi, de Patagonik, "la devaluación del peso aumentó el interés de los extranjeros por filmar en el país y de coproducir. La puta y la ballena no hubiera podido rodarse con el peso en paridad con el dólar. Todo debería funcionar aún mejor este año, siempre que se piense en exportar, porque no basta con la recaudación en el mercado argentino para recuperar los costes". Y aun cuando se perdieron definitivamente los circuitos tradicionales de Lavalle, la llamada "calle de los cines", y de las salas de arte de la calle Corrientes, de los años sesenta a manos de los multicines en los centros comerciales, la realización de los festivales internacionales de cine independiente contribuyen cada año a retroalimentar la movida en la capital del país, donde funcionan las principales escuelas y la universidad del cine fundada por el director Manuel Antín a fines de los años ochenta. Se ha recuperado la organización del histórico Festival Internacional de Mar del Plata, que realizará su decimooctava edición entre el 6 y el 15 de marzo.

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