'Los lunes al sol' y 'Balseros' acuden al Festival de Sundance
El certamen incrementa sus películas participantes a pesar de la crisis
Directores, actores, productores y los que quieren ser alguien en el mundo del cine realizarán una vez más una curiosa peregrinación: dejarán los restaurantes de Los Ángeles, los cafés de Nueva York y los bares del resto del mundo para aterrizar en un pueblo de las montañas de Utah, luchar contra la nieve y hacinarse en pequeñas salas de cine. Hoy empieza la 22ª edición del Festival de Cine de Sundance, la mayor plataforma del cine independiente en EE UU. Este año la muestra contará con dos aportaciones españolas: Los Lunes al sol, la película de Fernando León de Aranoa con Javier Bardem, y Balseros, el documental de Carlos Bosh y Josep Maria Domenech sobre unos emigrantes cubanos.
Robert Redford, el creador e impulsor del festival, solía decir que la idea de sacar a los gerifaltes de Hollywood de sus despachos al frío polar siempre le había hecho gracia. Y todos acuden. Sundance puede sacar del anonimato a directores noveles, reinventar a estrellas consagradas o descubrir al nuevo talento que llenará las salas en 2003. Porque Sundance no es sólo arte, es ante todo negocio. Los directores esperan sacar contratos de distribución para sus óperas primas o contactos que les permitan financiar su segundo intento.
Pese a la mala situación económica, el festival que descubrió a directores como Quentin Tarantino o Steven Soderbergh recibe cada vez más candidatos, de 2.100 el año pasado a 3.345 en esta ocasión. Al final, 129 largometrajes han sido seleccionados. Para ampliar el certamen se acaba de estrenar una nueva categoría, Documentales del Mundo, en la que entre otros se mostrará Balseros. Pocas películas compiten; el jurado emitirá su dictamen el próximo día 25.
Sundance se estrenó ayer por la noche con la película The singing detective, dirigida por Keith Gordon e interpretada por Robert Downey Jr., Robin Wright Penn y, en un papel secundario y bastante atípico, Mel Gibson, que también ha puesto dinero en el filme a través de su productora Icon. The singing detective es la adaptación de una serie británica de los años ochenta en la que un novelista fracasado y enfermo, Dan Dark, imagina su vida como detective privado.
Pero el festival deparará otras sorpresas, como La leyenda de Suriyothai, el mayor largometraje realizado por Tailandia (70 caballos, 80 elefantes), dirigido por el príncipe Chatrichalerm Yukol, asesorado por Francis Ford Coppola, que ayudó a reducir la duración inicial de 3 a 2 horas 22 minutos.
Se espera también la presencia de Dustin Hoffman, que presentará su película Confidence; Al Pacino, que protagoniza The People I Know, y Oliver Stone, que ha realizado un documental sobre Cuba titulado Comandante.
Entre las películas que han despertado más expectación se encuentran Masked and anonymous, de Larry Charles, que tiene el reparto más estelar del festival: Bob Dylan, Jeff Bridges, Jessica Lange, John Goodman y Penélope Cruz, un reparto que ya le ha garantizado una buena distribución en Estados Unidos; The Cooler, de Wayne Kramer, ambientada en un casino y protagonizada por William Macy; y The United States of Leland, que describe las repercusiones de un asesinato en las dos familias afectadas y ha sido producida por Kevin Spacey, que ha multiplicado sus intervenciones detrás de la cámara.
La crítica espera con curiosidad Bookies, de Mark Illsley, que hace unos años ya triunfó en Sundance con la comedia Happy Texas; dot the I, la primera película en inglés de Gael García Bernal, el actor mexicano de Amores perros e Y tu mamá también; la película irlandesa A song for a raggy boy; Thirteen, una historia sobre la adolescencia dirigida por Catherine Hardwicke, y Quattro Noza, el largometraje digital de Joey Curtis. Macaulay Culkin, el niño que tenía la mala costumbre de quedarse siempre solo en casa, ha crecido y ahora protagoniza Party Monster.
Vivir del cotilleo
Sundance vive del cotilleo. Las películas que alimentan los rumores consiguen destacar entre los participantes porque han sabido jugar con la rivalidad de los estudios, la impaciencia de los medios y la ansiedad por detectar antes de tiempo la joya que triunfará en las salas dentro de unos meses, un olfato que hace y deshace carreras en Hollywood. El caso más histórico fue el del Proyecto de la bruja Blair, en 1999, la película más rentable de la historia del cine: se compró por un millón de dólares y recaudó 142 millones. Pero la apuesta es siempre incierta. Tadpole, una comedia romántica con Sigourney Weaver, que el año pasado desató la competición entre los estudios, decepcionó en taquilla, mientras que The good girl, la primera película independiente de Jennifer Aniston, consiguió recaudar 14 millones de dólares. "Siempre es muy difícil saber cómo funcionará la película", comentó Ford Austin, el responsable de adquisiciones de Artisan Entertainment, "pero a primera vista este año parece haber buen material".
Babelia
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