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Reportaje:La contaminación del litoral | CATÁSTROFE ECOLÓGICA

"Mariano dio la cara porque es gallego"

La actuación del vicepresidente primero del Gobierno en la crisis del 'Prestige' divide a sus convecinos de Sanxenxo

Ramón Lobo

Desde el balcón de la casa de Mariano Rajoy, donde se enclaustró hace años para preparar las oposiciones a registrador de la propiedad, se divisa un mar espléndido. No hay turistas ni visitantes en Sanxenxo. Es temporada baja: comercios cerrados o en rehabilitación; y los aún abiertos andan escasos de clientela. Huele a crisis veraniega. Proliferan las construcciones de viviendas lujosas y los carteles de "se vende" en esta localidad pontevedresa que llaman la Marbella gallega.

Uxío trabaja en hostelería e Isidoro es un comerciante jubilado. Apoyados en la balaustrada del paseo comentan pormenores de la crisis del Prestige. Defienden al vicepresidente primero del Gobierno, de quien se declaran viejos amigos: "Rajoy está siendo responsable y fiel, aunque se le nota el paso de los años. Mariano da la cara porque es gallego. Los que le conocemos sabemos que no va a aflojar", asegura Uxío. "Siempre hay gente que trata de aprovecharse. El PSOE sólo busca ganar votos. ¿Acaso no se habría hundido el barco con ellos?", pregunta Isidoro.

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En el otro extremo de la playa, Amancio, un marinero, dice: "Es verdad, dio la cara, pero mintiendo. No sé si miente él o le dijeron que mintiera". Jaime Corral, librero, ex concejal del PSOE y amigo de Amancio, apunta: "Soy realista y no sé si esto tendrá incidencia en las urnas. Hay un pérdida de credibilidad del PP y de su aparato mediático, pero también pasó con las vacas locas y después ganaron por mayoría absoluta". Ambos rememoran la infancia. "En esta playa siempre hubo fuel. De críos nos manchábamos el trasero al sentarnos en la arena y luego había problemas en casa", recuerda el librero. "La gente bajaba para recoger maderas para la lumbre; las que tenían brea ardían más; eran las mejores", responde Amancio.

María, que regenta una tienda de ropa deportiva, está preocupada por el futuro. "Dependemos del turismo. En el puente de la Constitución se notó un descenso y puede haber problemas este verano". De Rajoy tiene una excelente opinión: "Es educado y creo que dice la verdad". Ante preguntas concretas, se enroca: "No sé de política". Isabel vende prendas femeninas en un local contiguo. Hace punto y espera sin perder la calma. Aunque proclama ignorancia en asuntos de Estado, dice: "Se meten mucho con él; le faltan al respeto: fue un accidente; se le podría haber hundido a cualquiera. No creo que sea la culpa del Gobierno".

En un mayorista de viajes, Sonia y María tampoco tienen trabajo. Sonia es combativa: "Rajoy capeó el temporal, es verdad, y eso le va a perjudicar; no soy de derechas, pero me da pena. Al que no soporto es a Cascos. El PP saldría muy reforzado si dimitieran un par de ministros". María cree que lo peor fueron las primeras mentiras. "Y siguen con ellas; no han aprendido", corrige Sonia.

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En la cafetería del club náutico, el marinero Vicente Suiro apura un café con leche. "Conozco a Rajoy desde que él tenía 12 años. Tengo ganas de encontrármelo. Hay unas cuantas preguntas que le quiero hacer". Suiro navegó en petroleros y dice saber del asunto. "Si el barco aguantó seis días en medio del temporal y cambiando de rumbo es que no estaba tan mal; se podía haber metido en un puerto (...) Cuando hablan del otro accidente, el del Mar Egeo, los del PSOE no saben qué contestar; aquel accidente lo causó el práctico del puerto, pero en este lo ha causado el Gobierno".

Suiro defiende al capitán del Prestige y arremete contra el armador. "El problema no es el doble casco, sino los contratos: hay penalizaciones económicas muy fuertes si llegas un día tarde. Es un mundo sin ley (...) Ningún barco lleva la carga que declara; ese iría a tope, mucho más de 70.000 toneladas. Todo lo que está en el fondo saldrá y llegará a la costa. El mar siempre devuelve lo que no es suyo".

Hay trasiego de camiones de obra; los restaurantes permanecen cerrados y los hoteles vacíos. La gente que va y viene frente a la playa limpia de chapapote hace cuentas de números rojos, juega con el calendario electoral y bisbisea descontento anticipado comparándose con los pescadores; y es que para el turismo a la baja aún no han llegado las ayudas.

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