Marea de solidaridad
La marea humana volcada estos días sobre las costas gallegas es quizás uno de los escasos aspectos positivos y alentadores a entresacar del cúmulo de errores, despropósitos, mentiras, cinismo y prepotencia gubernamental que han configurado el drama de un desastre anunciado. Es la imagen viva de que nuestra sociedad aún conserva un activo importante de solidaridad y generosidad y una notable capacidad de autoorganización y apoyo mutuo. Y ello, en medio de un sentimiento generalizado de indignación, rabia e impotencia.
Pero hay otras lecciones de la tragedia del Prestige. La primera, el origen de los hechos, que está en un sistema económico capitalista y globalizado donde prima el máximo beneficio al menor coste: buques caducos y mal inspeccionados, banderas de conveniencia, sociedades mercantiles ocultas, explotación de los trabajadores, privatización de los sistemas de salvamento,... entretejen la maraña en que se forjan suculentos negocios. Nada nuevo, pero que sigue tolerándose.
También la falta de previsión y recursos frente a estas emergencias. La inexistencia de un buque de descontaminación en uno de los estados con mayor costa de Europa ilustra esta imprevisión, a la que se ha añadido la incompetencia de las autoridades españolas y gallegas, que ha contribuido a agravar las consecuencias del accidente.
Mucha gente se ha preguntado estos días: "¿Y qué hacen los ecologistas?" Otras muchas llaman a nuestras sedes para decir "¿y qué puedo hacer yo por Galicia y por la ecología?" Además de seguir las noticias con atención y el corazón encogido, hemos tratado dentro de nuestros escasos medios de acompañar esa marea de solidaridad humana: informar y canalizar el voluntariado, establecer puntos de observación y recogida de datos, colaborar con tareas de limpieza,...
Y denunciar las responsabilidades indicadas y algunos de los riesgos menos visibles de la catástrofe: destrucción de los fondos marinos, emisiones atmosféricas volatilizadas de la carga contaminante, inadecuada gestión de algunos residuos de la recogida y, sobre todo, los riesgos para la salud de pescadores, trabajadores y voluntarios en la primera línea de contención de la marea negra, que han estado trabajando sin medidas de seguridad que cualquier manual de salud laboral considera imprescindibles.
Pensamos que la respuesta solidaria debe ir acompañada de la denuncia activa. En eso estamos los ecologistas y eso proponemos: colaborar y denunciar. Creemos que es la línea para hacer realmente efectivo el Nunca maís que hoy atruena ensordecedor en las costas de Galicia.
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