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Un extremista islámico mata a tiros a tres médicos de EE UU en Yemen

El agresor, que fue detenido, actuó en solitario y dijo que "esperaba acercarse más a Dios"

Tres misioneros estadounidenses que trabajaban en un hospital de Yemen fueron asesinados ayer por un "extremista islámico", estudiante, que dijo que con esas muertes esperaba acercarse más a Dios, según un portavoz del Ministerio yemení del Interior. El ataque es el último de una serie contra civiles y militares de Estados Unidos en la región y subraya la precariedad de la alianza de Washington con Yemen, tierra ancestral de Osama Bin Laden. El presidente de EE UU, George W. Bush, condenó el atentado y añadió que colaborará con las autoridades de Yemen para investigar el ataque.

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Entre los atentados que Al Qaeda ha llevado a cabo en los últimos tiempos destaca el ataque al destructor Cole en el año 2000, una operación que repitió contra un petrolero francés el pasado mes de octubre. En noviembre, un avión robot Predator americano mató a seis hombres presuntamente relacionados con Al Qaeda en el desierto yemení, y a mediados de diciembre, barcos españoles interceptaron un cargamento de misiles Scud que Washington obligó a entregar al Gobierno de Saná.

El agresor de los médicos estadounidenses fue identificado como Abed Abdel Razak Kamel, de 30 años, quien acudió por la mañana al hospital baptista de Jibla llevando en brazos, como si fuera un niño, un fusil de asalto. Una vez en el interior, se dirigió a una habitación donde el director del hospital, Willim Koehn, celebraba una reunión con dos médicos. Kamel mató a los tres en el acto y se dirigió luego a la farmacia, donde disparó e hirió en el abdomen al farmacéutico, de acuerdo con la versión proporcionada en Estados Unidos por la organización que regenta el hospital.

Fuerzas policiales detuvieron de inmediato al asesino, quien, sin ofrecer resistencia, declaró que mató a los cristianos porque quería acercarse a Dios, según la primera versión oficial. La agencia de noticias yemení informó que Kamel dijo que había planeado el ataque junto a otro militante que el sábado mató a un destacado político izquierdista. Los dos asesinos pertenecen al partido Islá, según el Gobierno, pero un comunicado de Islá se distanció de lo sucedido al señalar que Kamel abandonó la militancia en el grupo por considerar que no era suficientemente activo contra Occidente y Estados Unidos. Otra fuente de Interior pareció dar la razón a Islá tras anunciar que la policía yemení estaba intentando localizar una célula de entre cinco y ocho extremistas que se habían marcado como objetivo atacar ciudadanos occidentales y personalidades seculares yemeníes.

Jerry Rankin, presidente de la sociedad baptista que desde hace 40 años trabaja con el hospital de Jibla, a unos 200 kilómetros al sur de Saná, reconoció que el hospital había recibido amenazas. "Las tomamos en serio", dijo. "Hoy en día eso forma parte del ser cristiano, pero también del ser estadounidense".

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En noviembre, una misionera evangelista norteamericana que trabajaba como enfermera fue asesinada en un hospital de Sidón (Líbano) y dos soldados destacados en Kuwait fueron heridos de gravedad por un policía kuwaití. Ambos incidentes ocurrieron el día después de que el Departamento de Estado alertara a los ciudadanos estadounidenses en todo el mundo para que estuvieran atentos a cualquier posible ataque. Era una respuesta de Washington a nuevas amenazas de Osama Bin Laden. En octubre, un soldado norteamericano fue muerto y otro fue herido por disparos de kuwaitíes durante unas maniobras en el emirato.

La Embajada de Estados Unidos en Saná reiteró ayer la petición de cautela y pidió a sus nacionales que reforzaran las medidas de seguridad. El Reino Unido cerró su legación en noviembre e invitó a los británicos a abandonar el país. El presidente yemení, Alí Abdulá Salé, envió un mensaje de condolencia a George Bush, en el que, tras condenar el atentado, aseguró que "va a reforzar nuestra posición común contra el terrorismo".

Yemen es un paupérrimo país de 18 millones de habitantes y una superficie semejante a la de España, que Estados Unidos ha cooptado a la fuerza como aliado en la guerra contra Al Qaeda. De Yemen procede Osama Bin Laden, que allí reclutó a cientos de hombres para su campaña contra la ocupación soviética de Afganistán. Tras el repliegue del Ejército Rojo, parte de los milicianos volvieron a Yemen. En octubre del año 2000, una lancha cargada de explosivos dirigida por pilotos suicidas se lanzó contra el desprevenido destructor norteamericano Cole y mató a 17 marineros. Dos años después, un ataque semejante dañó al superpetrolero francés Limburg y costó la vida a un tripulante.

Refugio de Al Qaeda

El espionaje norteamericano sospecha que tras esta operación estuvo la mano de Al Qaeda, algunos de cuyos milicianos han encontrado refugio en Yemen tras huir de Afganistán. En noviembre, un avión robot controlado por la CIA disparó un misil contra un vehículo en el que viajaban seis presuntos miembros de Al Qaeda, entre ellos uno de los responsables del ataque contra el Cole. El Gobierno yemení dijo entonces que había autorizado la operación de castigo, en un gesto más de cooperación con Washington que avivó el malestar de los islamistas más radicalizados contra la política de Estados Unidos en Afganistán, Irak y en el conflicto israelo-palestino.

La complejidad de esta alianza quedó puesta de manifiesto con la aprehensión hace tres semanas por barcos españoles de un cargamento de 15 misiles Scud enviado en secreto por Corea del Norte a Yemen. La venta proporcionó recursos económicos al régimen de Pyongyang, en contra de la estrategia de aislamiento favorecida por Washington. Tras una intervención al más alto nivel, con conversaciones entre el presidente Salé y el vicepresidente Dick Cheney, Estados Unidos ordenó la entrega de los misiles a Yemen.

Un soldado vigila la entrada del hospital de Jibla en Yemen, en una foto tomada de la televisión.
Un soldado vigila la entrada del hospital de Jibla en Yemen, en una foto tomada de la televisión.

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