La ONU se prepara para afrontar una riada de refugiados
Las agencias internacionales cifran en casi un millón los iraquíes que huirán si hay guerra
Las agencias de Naciones Unidas han puesto en marcha, en secreto, un "plan de contingencia" para atender a la población iraquí en caso de guerra. Para ello han pedido 37,4 millones de dólares a la comunidad internacional, destinados a abastecer de comida y medicinas a los iraquíes en una primera fase de conflicto. Casi un millón abandonarán sus hogares huyendo de la guerra. "Hay que estar preparados para lo peor, aunque eso no quiere decir que la guerra sea inevitable", insiste Hua Giang, portavoz de la ONU.
"En Kosovo no estábamos preparados. No queremos que esta vez nos pase lo mismo"
No habrá guerra "si Irak cumple las resoluciones de la ONU y deja trabajar a los inspectores. Todavía se puede evitar", añade Giang. El leve optimismo de sus declaraciones contrasta con el determinismo de los planes secretos de la ONU en Irak, publicados la semana pasada por el diario londinense The Times. Los documentos presentan un panorama desolador: el ataque militar interrumpiría la producción de petróleo iraquí, afectaría a los suministros de electricidad, de agua y de alimentos, y causaría un éxodo de unos 900.000 refugiados a países vecinos como Turquía, Arabia Saudí, Irán o Jordania.
Pero desde la ONU se niegan a confirmar las informaciones publicadas para mostrar su confianza en el trabajo que los inspectores de armas realizan en Irak. "No queremos dar detalles. Habrá refugiados, pero no queremos hablar de números. En Afganistán nos preparamos para atender a 1,5 millones de refugiados que luego no salieron del país", apunta desde Ginebra Ron Redmond, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Pero reconoce que ya han puesto en marcha operaciones especiales en la zona. "Estamos llevando comida, agua, tiendas de campaña y material médico" para atender a la población iraquí en caso de guerra. "En Kosovo todos esperábamos que las negociaciones de la comunidad internacional evitaran el conflicto. Al final llegó una guerra para la que no estábamos preparados. No queremos que esta vez nos pase lo mismo", explica Redmond para tratar de justificar los preparativos, sin menoscabar la confianza en el éxito de las inspecciones de armas.
Una de las principales preocupaciones de la ONU y de otras organizaciones humanitarias, como Cruz Roja, es que una intervención militar interrumpa el programa de "petróleo por alimentos", que alivia las sanciones impuestas a Irak desde que sus tropas invadieron Kuwait en 1990. Este programa permite a Bagdad vender petróleo a cambio de productos básicos como harina, aceite, azúcar y sal. "Casi la totalidad de los iraquíes depende del programa y no sabemos qué pasará si hay un ataque", se pregunta Francis Mwanza, responsable del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA) en Roma. Esta agencia, encargada de luchar contra el hambre, almacena comida en Irak para abastecer a 900.000 personas durante un mes y se dedica a controlar la distribución de alimentos que efectúa el Gobierno de Sadam Husein en virtud del programa de Petróleo por Alimentos.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) también está haciendo acopio de alimentos y medicinas "por si acaso". "La situación es extremadamente delicada. Hace dos meses comenzamos a reforzar nuestra presencia en la zona", aseguran fuentes de la Cruz Roja desde Ginebra. En Turquía, la organización ha duplicado la fabricación de tiendas de campaña para dar cobijo a los más de 100.000 refugiados iraquíes que prevén se desplacen a Turquía en caso de producirse un ataque militar. Por su parte, el Gobierno de Ankara piensa construir 13 campos de refugiados en el norte de Irak y cinco más en su territorio, si fuera necesario, según desveló esta semana la prensa turca. Unos 500.000 kurdos iraquíes llegaron a Turquía tras la guerra del Golfo en 1991.
En esta ocasión, también se teme que los iraquíes que se desplacen -tanto dentro del país como hacia los países vecinos- lo harán no sólo durante el conflicto, sino también después de la intervención militar de las fuerzas aliadas, si el país no se estabiliza.
Las agencias humanitarias coinciden, además, en que para evaluar el impacto que tendría una eventual guerra en Irak -que el responsable de ACNUR, Rudd Lubbers, calificó el pasado viernes de "desastre humanitario"- hay que tener en cuenta la situación de partida del país, que muchos consideran desastrosa. En la pasada guerra, numerosas infraestructuras fueron destruidas, dejando sin suministro de luz y de agua a poblaciones enteras. Muchas de las que no fueron bombardeadas tampoco funcionan, porque el Gobierno de Bagdad no tiene dinero para mantener los generadores y las bombas de agua. "La economía del país es muy débil debido a las sanciones económicas. Aquí, en Bagdad, hay cuatro horas de cortes de luz diarias, y fuera de la capital la situación es mucho peor", asegura Roland Huguenin, portavoz de la Cruz Roja en Bagdad. Su organización está preparando miles de kits de emergencia para atender a los próximos heridos de guerra en los hospitales iraquíes, que carecen de material básico como guantes o jeringuillas.
Mientras se aceleran los preparativos para la guerra, los iraquíes sobreviven a la incertidumbre. "La gente está muy ansiosa, nadie hace planes a largo plazo", dice Huguenin.
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