Xavier Moret: "El secreto de un libro de viajes es no querer contarlo todo"
El escritor publica 'La isla secreta', su premiada obra sobre Islandia
Las sagas, Björk, las incruentas guerras del bacalao, el volcán de Viaje al centro de la Tierra, los elfos, la delicia gastronómica (?) del tiburón podrido, la marcha nocturna de Reikiavik con el sol de medianoche, el hermano de Herman Goering...; todo eso y mucho más aparece en La isla secreta (Ediciones B), el libro de viajes de Xavier Moret dedicado a Islandia que resultó ganador de la última edición del Premio Grandes Viajeros y que ahora acaba de publicarse. "El secreto de un buen libro de viajes", asegura Moret, del que ya se puede decir que milita en la primera división del género, "estriba en no empeñarse en contarlo todo".
Para Xavier Moret, en un libro de viajes, además, "no sólo debes hablar de tu experiencia, sino incorporar la de los buenos viajeros que han ido antes". En el caso de la lejana isla, Moret ha contado con pocos precedentes, pero con uno extraordinario: W. H. Auden (Cartas de Islandia, Alba Editorial). En cuanto a la actitud del viajero, "hay que abrirse, ser una esponja, saber ver y escuchar, y desconfiar de los conocimientos previos sobre el lugar".
En su libro, Moret acaba rebautizado como Ragnar, con un casco con cuernos en la cabeza y el nombramiento de "vikingo honorífico" en el bolsillo. Luego, en el último pasaje, sale a la noche nevada de Reikiavik para cumplir el gran sueño de juventud que, para él, es la esencia de Islandia: ver la aurora boreal. Le parece psicodélica.
Hay humor en el libro, y una información cuidadosamente seleccionada y dosificada, impagables anécdotas e historias y un hálito poético que brilla especialmente en algunas descripciones paisajísticas (el glaciar de Vatnajökull, dos veces el tamaño de Mallorca, "una increíble sinfonía de niebla, rocas, hielo, nubes y una luz misteriosa al fondo que evoca a los pintores románticos alemanes").
El escritor llegó casi por casualidad al país hiperbóreo, a esa Última Thule de los antiguos, "el país más desconocido de Europa", como dice. Pero luego su enamoramiento del lugar fue completo. Seguramente esa falta de premeditación, esa inocencia ante los encantos de Islandia que le van seduciendo, es lo que imprime mayor atractivo al libro y lo hace tan fresco (aunque éste quizá sea un adjetivo redundante).
"Mañana mismo vuelo otra vez para allí", dice Moret. "Estuve en verano, luego en febrero, porque me dijeron que, si no iba en invierno, no conocería la otra cara del país. Y ahora regreso para celebrar el premio con los amigos que hice".
Un punto de locura
"Islandia te engancha. Lo primero que te impresiona es la naturaleza, grandiosa, omnipresente. Después, gracias a los amigos, al día a día, en los bares, las piscinas termales, capté el espíritu islandés, algo muy característico, con un punto de locura y pasión que resultan más propios de mediterráneos que de nórdicos".
Y con sus puntos oscuros, como cierta obsesión por mantener a toda costa su carácter nacional que ha derivado en algunos casos en racismo. No hay que olvidar que Hitler se obsesionó con la "pureza aria" de los islandeses cuando vio competir a su delegación en los Juegos Olímpicos de Berlín del 36; Islandia tuvo un partido nazi antes de ser ocupada por los aliados para impedir una invasión alemana y Goering llegó a enviar a su propio hermano a la isla.
Para Moret, una de las claves de Islandia es que es el país de las sagas y que éstas realmente "impregnan la tierra". Como la empapa también cierta magia telúrica, tolkiniana. "El 60% de los islandeses creen en los elfos, y un 5% afirman incluso haberlos visto".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.