"En nombre de su hija, ¡oiga al pueblo!", dice su ex mujer
"Presidente, por favor, en nombre de su hija, en nombre de su familia, en nombre del país, oiga al pueblo". Marisabel Rodríguez de Chávez, recientemente separada de su marido, instó al Gobierno y a la oposición a buscar una salida negociada a la crisis, pero su comparecencia por un canal regional, desde su casa de Barquisemeto, contenía reproches muy precisos hacia el Gobierno de Chávez, a quien pidió concesiones para evitar más muertos.
"Me deslindé del proceso [bolivariano] por las incoherencias e incongruencias", explicó. Las declaraciones de la ex diputada en la Asamblea Constituyente, que redactó la Constitución de diciembre de 1999, debieron suponer un golpe emocional para Chávez. "Como legisladora, me hubiese gustado más de esta democracia participativa y hacer uso de un derecho de conciencia más libre", agregó Marisabel, con la hija de ambos en brazos y detrás un hijo de otro matrimonio.
Sus vecinos en Barquisimeto todavía la mortifican, o ignoran, y el ruido de los cacerolazos opositores a las puertas de su domicilio eran audibles durante la entrevista: "Allí están, señor presidente, sus cacerolas. No son para mis hijos, ni para mi familia, sino para unos oídos sordos que no han escuchado a un sector de la población que también tiene derechos".
La ex mujer de Chávez, a quien conoció cuando éste cumplía prisión por el fallido cuartelazo de febrero de 1992 contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez, confesó haber reflexionado durante dos meses antes de pronunciarse. Asumió una de las principales imputaciones contra el presidente: haber dividido a la sociedad. "No se puede tratar de hacer un bien a un lado del país si se daña a otra. (...) El país no se puede venir abajo por una persona, ni salvarse por una persona. Esos fundamentalismos han llevado a las naciones que entran en guerra a eso". Temerosa del descarrilamiento nacional, pidió concesiones a Chávez.
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