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Reportaje:LOS PUNTOS OSCUROS DEL 'PRESTIGE' / 2 | CATÁSTROFE ECOLÓGICA EN GALICIA

Una explosión misteriosa

La empresa que certificó la seguridad del 'Prestige' considera improbable que se desprendieran placas del casco, como afirma el técnico español que subió a bordo

Los 8.376 metros cuadrados de acero suave del Prestige, un petrolero de 243,5 metros de largo por 34,4 metros de ancho, construido en 1976 por la empresa Hitachi en Japón, se estremecieron fatalmente a las 15.10 del 13 de noviembre pasado. Una vía de agua abrió el buque y lo escoró de manera temeraria cuando navegaba frente a las costas gallegas. Este percance fue el primer acto de una tragedia cuyo final permanece inédito.

Sólo seis días después de aquel accidente, el barco sufrió un siniestro total, tras escupir al mar más de 20.000 toneladas de fuel, que las olas estamparon contra las costas del norte de España. Partido en dos y hundido a 131 millas del Cabo Finisterre, se llevó al fondo otras 50.000 toneladas de basura negra que ahora va soltando poco a poco para prolongar en el tiempo la mayor catástrofe ecológica de la historia de Galicia.

"El barco sólo servía como chatarra", dice el práctico danés que lo pilotó el 6 de noviembre
"Oí como una explosión", repiten los tripulantes para explicar la causa del accidente
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Hasta el momento son cuatro las hipótesis sobre la causa del fatal accidente:

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- Una explosión de origen desconocido.

- Un simple golpe de mar en una jornada con olas de ocho metros

- El impacto de unos troncos, o de unos tubos, o de unos contenedores perdidos por otros barcos que también sufrieron los embates del tiempo.

- El desprendimiento de planchas de acero del cascarón del buque.

Precisar lo que pasó será definitivo para responsabilizar a alguien de la tragedia y reclamar una indemnización multimillonaria por el mayúsculo daño ecológico perpetrado a las costas de Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco.

El juez de Corcubión encargado de la investigación judicial aún no ha conseguido pruebas suficientes y definitivas de lo que ocurrió inmediatamente antes del accidente del Prestige.

El barco navegaba con todos los certificados aparentemente en regla. Había pasado su ITV quinquenal hace sólo 18 meses, y desde entonces su actividad no había sido especialmente intensa, hasta el punto de que antes de arrancar el pasado 2 de noviembre para una nueva travesía comercial desde San Petersburgo, había estado atracado en el puerto de esa ciudad rusa durante cuatro meses.

El capitán griego Apostolos Mangouras, actualmente en prisión, estaba ese día al frente del timón de un barco que contaba con todos los certificados de seguridad ABS en regla.

La American Bureau of Shipping (ABS) es una empresa de clasificación que vela por garantizar y certificar la seguridad de los barcos. El 2 de abril de 2001, dos de sus técnicos inspeccionaron en profundidad el Prestige en los astilleros chinos de la empresa estatal Cosco, una de las tres principales navieras del mundo.

Analizaron el eje de cola, el arqueo del casco, las máquinas, la caldera y los tanques donde el petrolero cargaba el combustible. Fue en los depósitos centrales del buque donde los inspectores de ABS encontraron una corrosión superior al 10%, lo que motivó una reparación en profundidad en los astilleros chinos.

Le cambiaron placas de acero suave (362 toneladas en total) para reforzar los puntos débiles en cuatro de los tanques del petrolero.

Con este arreglo, ABS certificó la buena salud del barco: "La reparación se concentró en las paredes laterales y en los marcos de los niveles superiores en el interior de los tanques. La reparación se extendió también a diversas áreas del casco y de la pared longitudinal".

Un año después, el petrolero volvió a pasar en Dubai una inspección, está vez más superficial, que no halló ninguna deficiencia.

Con esa garantía, en mayo de 2002 el barco viajó desde los Emiratos Árabes Unidos hasta Gibraltar. Y desde allí hasta San Petersburgo, donde estuvo parado cuatro meses, a la espera de un encargo.

Crown Resources, del consorcio ruso Alfa Group, fletó el buque para una más de sus operaciones de venta de crudo.

Con una carga de 77.000 toneladas de fuel, el Prestige encaró el 6 de noviembre pasado los intrincados pasillos marítimos de Dinamarca, y el capitan Apostolos Mangouras reclamó la ayuda de un piloto danés para orientarse en aquel laberinto peligroso.

Cuando Jens Jorgen Thuesen, el práctico danés, subió a bordo del Prestige y comenzó a pilotarlo, se dio cuenta de que algo fallaba: "No funcionaban ni el rádar ni el sistema anticolisión. El barco sólo servía como chatarra", declararía unos días después, cuando la catástrofe era ya inevitable y el barco se había hundido frente a las costas gallegas.

Entre el 6 y el 8 de noviembre, cuando Jorgen Thuesen dirigió el Prestige, no dio cuenta a nadie del peligro flotante que tenía entre las manos. Se limitó a conducir, cobrar por sus servicios y dejar el barco enfocado hacia las costas gallegas, donde llegaría cinco días después.

El petrolero sucumbió a las olas de ocho metros el 13 de noviembre, miércoles, cuando navegaba a escasas millas de la costa de Finisterre. Ni el capitán del barco, ni el jefe de máquinas, ni el primer oficial, ni los marineros filipinos (expertos e inexpertos) han podido detallar desde entonces la causa de la vía de agua que amenazó de hundimiento al petrolero. Sólo hablan de sus sensaciones auditivas: "Oí como una explosión", repiten.

Serafín Díaz, técnico de la Capitanía Marítima de A Coruña, fue uno de los primeros que subió al petrolero en dificultades. Su declaración judicial apunta una hipótesis sobre el hundimiento al citar el desprendimiento de una placa del casco. Si esa teoría pudiera algún día demostrarse, la culpabilidad apuntaría hacia los responsables del certificado de seguridad del barco, los inspectores de ABS, y los directivos de los astilleros Cosco de Guangzhou (China).

ABS considera "improbable" la hipótesis del desprendimiento de una placa de acero del casco del Prestige. En su último informe, del pasado 3 de diciembre, la compañía advierte de que ha abierto una investigación en profundidad que pretende tener acabada antes del próximo mes de febrero sobre las reparaciones efectuadas al barco y certificadas por ABS.

Como avance, señala que en sus estudios aún no han encontrado ninguna causa que tenga que ver con la estructura del barco. Las pérdidas de placas del casco, como apuntaba el técnico Serafín Díaz, "aparecen improbables", según los responsables de ABS.

El accidente abrió una vía de agua y, por extensión, provocó fugas de fuel de los tanques. ABS señala que las placas de acero de estos depósitos donde se almacenaba el fuel tampoco pudieron desprenderse, debido a que "habían sido reemplazadas y reparadas en 2001".

Loyola de Palacio, vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Transportes y Energía, anuncia ahora una investigación de la Comisión sobre cómo se hicieron las reparaciones del Prestige en los astilleros chinos. Las explicaciones, de momento, son insuficientes. El misterio sobre la explosión que hirió de muerte al Prestige sigue vivo.

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