El Ejecutivo vasco tiene listos tres remolcadores para succionar fuel
El Gobierno alerta sobre el alto riesgo de que "lo peor" esté por llegar
El Gobierno vasco no quiere que las manchas de galipote le salpiquen y está echando el resto. Ayer el portavoz del Gobierno y de la comisión interdepartamental e interinstitucional que sigue la crisis del Prestige, Josu Jon Imaz, señaló que tienen ya acondicionados tres remolcadores con bombas de tornillo para succionar el fuel que amenace a las costas vascas. Se han equipado estos barcos ante la inexistencia de buques antivertidos libres.
Imaz quiso colocar a Euskadi en "el peor de los casos" y dijo "sin alarmismo, pero con seriedad y preocupación" que existen muchas posibilidades de efectos graves en las costas vascas.
El portavoz señaló que en la actualidad hay en el Mar Cantábrico entre 2.000 y 3.000 toneladas en manchas de fuel a la vista, pero que se debe contar con que aparezcan más, no sólo las que provengan de nuevos vertidos, sino las que se encuentran sumergidas y que por tanto no están controladas. Imaz indicó que la limpieza con buques cuenta con tres factores en contra: el estado de la mar, las manchas ocultas y que sólo se trabaja de día.
Mundaka es la puerta de la reseva de Urdaibai. Ayer, en su puerto, dos marinos entrados en años miraban al mar y a las patrulleras en el horizonte y discutían: "-¿Aquellos que harán?
-Buscar.
-Si hay, se ve enseguida. ¡Gastar!
-¡Buscar!
-¡A ver quien paga!"
La desesperanza por los vertidos del Prestige ha tocado los puertos vascos incluso antes de mancharlos. Un grupo de viejos marinos no deja de mirar a la mar y de teorizar sobre las medidas que ya se han anunciado y sobre las que se deben tomar. En cualquier caso, quieren que se actúe ya. Las playas no están aun nada sucias si se compara con las gallegas. A las costas vascas han llegado grumos, bolas y manchas aún de pequeña importancia, pero el riesgo de que la marea toque Euskadi es grande. Ekologistak Martxan coincidía ayer con las peticiones de los arrantzales y demandó coordinación y que se recojan las manchas de fuel.
El portavoz del Ejecutivo vasco, Josu Jon Imaz, se esmeró ayer en Bilbao con una descripción pormenarizada de los riesgos, de las zonas ya afectadas y las medidas puestas en marcha. El propio lehendakari, Juan José Ibarretxe, presidió ayer la comisión interdepartamental y acompañó a Imaz en su comparecencia ante los medios de comunicación. Las instituciones vascas, en su afán por no perder la batalla de la información, mezclaron las advertencias de alarma con las medidas puestas en marcha.
En primer lugar, reiteraron a la ciudadanía que por el momento no hacen falta voluntarios en Euskadi para las labores de limpieza de las playas porque con los servicios que cuenta la Diputación de Vizcaya en principio es suficiente. De hecho, ayer a las cuatro de la tarde, la playa de Bakio, que había recibido manchas dispersas de galipote, estaba limpia. No obstante, Imaz señaló que en caso de necesidad se haría un llamamiento a los ciudadanos.
Las cerca de 3.000 toneladas de fuel que van a la deriva por el Cantábrico tienen altas posibilidades de llegar a las costas vascas, según las previsiones de las instituciones. Imaz pronosticó como probable que la mancha toque mayormente la costa vizcaína hasta el cabo de Matxitxako y la guipuzcona entre Orio y Jaizkibel. Sin embargo, todo depende de los vientos y las corrientes.
Las tres grandes manchas controladas en el Golfo de Vizcaya se concentran al norte de Suances (Cantabria), al noreste de Llanes (Asturias) y al norte de Ribadesella (Asturias). Los últimos vientos las han desplazado hacia las costas asturianas y cántabras. Sin embargo, el Gobierno no descarta un nuevo cambio del movimiento del aire que las vuelva a mandar hacia las costas vascas.
La corriente costera
Además, todo aquel carburante que se acerque a las costas del cantábrico y no las toque será trasladado por la llamada corriente costera hacia el litoral vasco. De hecho, Imaz justificó los actuales primeros impactos en este movimiento de aguas.
Las actividades de supervisión se mantienen con dos helicópteros, un remolcador y dos buques de inspección. Esta actividad se realiza de forma coordinada con las demás comunidades autónomas de litoral cantábrico.
Para cuando los impactos o las manchas sean una amenaza grave están preparados tres remolcadores para succionar fuel y 24 embarcaciones pesqueras de bajura equipadas con redes para limpiar manchas. De hecho, cuatro barcos han partido ya a Cantabria a probar los sistemas de limpieza preparados.
Junto a las medidas puestas en marcha por las instituciones vascas, la delegación del Gobierno ha recurrido a expertos internacionales y nacionales para colaborar en el posible daño a las costas vascas. Las dos administraciones, aunque no trabajan de forma coordinada, se informan de sus actuaciones.
El duro sacrificio de Laida
Las barreras de protección no tienen otro propósito que "salvar lo que tiene más valor", en palabras del portavoz del Gobierno, Josu Jon Imaz. Ya se han comenzado a instalar en tres zonas del País Vasco, las rías de Urdaibai, Plentzia y Muskiz. Al ser técnicamente imposible cerrar las rías de extremo a extremo, aplican directamente la teoría del mal menor. Los tres estuarios tienen preparados los puntos de anclaje desde donde se extenderá cada barrera, uno en la costa y otro en el medio del agua, fijo al fondo con un peso. Las barreras se despliegan cuando la marea sube y si existe una mancha de galipote.La corriente hacia dentro de los estuarios al subir las mareas hace que la mancha de carburante choque contra las barreras y se desvíe a las zonas de castigo. En principio, lo ideal es que el galipote no llegue a las rocas y que como mal menor se agarre a las playas.Así, en el caso concreto de la reserva de Urdaibai, la gran castigada es la playa de Laida que ha sido declarada "zona de sacrificio". Urdaibai contará con tres barreras. La primera, que sale de Txorrokopunta en Mundaka, hará el primer desvío hacia Laida. La segunda estará situada en Portuondo, en Sukarrieta, y llevará el fuel hacia Laida y hacia los arenales próximos a la isla de Txatxarramendi. La tercera barrera se colocará en la orilla contraria, en Kanala, y también pretende desviar el carburante hacia la arena. Sabin Intxaurraga, consejero de Medio Ambiente, señaló ayer en Mundaka que esta disposición obedece a que es más sencillo limpir la arena que las rocas.
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