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FERIA DE DURANGO

De cuatro ejemplares a premio nacional

Lleva apenas media hora en la feria y ya ha concedido cuatro entrevistas. Las miradas de sus lectores se clavan en el periodista, incómodos por tener que esperar para lograr una firma del último Premio Nacional de Literatura.

La situación es nueva para Unai Elorriaga, cuya primera y premiada novela, Sprako tranbia, pasó casi desapercibida en la pasada edición de la Feria del Libro y Disco Vascos de Durango. "Recuerdo que estuve toda la tarde firmando el libro y no dediqué más de cuatro ejemplares", dice.

Unai Elorriaga (Getxo, 1973) afirma sentirse un poco "incómodo" por la expectación creada en torno a su figura desde que el pasado mes de octubre su novela obtuviese el Premio Nacional de Literatura. "Pero sólo lo justo", puntualiza. "Hay que coger las cosas como vienen y seguir adelante; lo que pasa es que no me gusta que la gente esté pendiente de mí, porque considero que no tengo gran cosa que decir ni que aportar".

En su paseo por el recinto ferial de Durango, Elorriaga es saludado y felicitado continuamente. "Es un bombardeo continuo; hay gente que me mira y me saluda, incluso gente a la que no conozco, o así lo creo al menos", sostiene.

Los cuatro ejemplares de su novela que firmó el año pasado quedaron ayer superados apenas dos minutos después de que, venciendo su natural timidez, comenzase a atender a sus seguidores. Sea como fuere, Sprako tranbia está aprovechando el tirón del premio nacional para aumentar sus ventas. La editorial Elkarlanean ha presentado ya la séptima edición de la novela, que había vendido sólo unos cientos de ejemplares antes de la concesión del galardón.

Pese a todo, el escritor no quiere creerse en exceso el éxito que está teniendo y ve todavía lejos la posibilidad de vivir de sus obras. "Se han hecho ediciones bastante grandes después del premio y se están vendiendo bien", explica, "pero tengo claro que con lo que vendo en euskera tampoco voy a vivir".

Ajenos al trasiego de escritores y a la masiva asistencia de público, los organizadores se enfrentaron ayer a un problema añadido: las goteras, que en algunos puntos de la carpa se convirtieron en verdaderos chorros de agua. Varios expositores tuvieron que proteger sus productos con plásticos.

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