La rebelión de los resignados
Intelectuales gallegos creen que la rabia por la falta de reacción oficial ante la catástrofe del 'Prestige' sacará a Galicia de su letargo
No se pueden comprar con dinero los paisajes de la infancia que el petróleo ha destruido. Las subvenciones que promete el Gobierno se antojan insuficientes para muchos gallegos, que han visto en los últimos días cómo las autoridades han intentado minimizar sistemáticamente los efectos del Prestige. Esto ha provocado una reacción de indignación ciudadana nunca antes vista en Galicia.
La pregunta es: ¿por qué ahora sí y antes no? Si desde 1970 las costas gallegas han sufrido cinco mareas negras y más de 60 personas han fallecido en esos naufragios, ¿por qué el petrolero que se acaba de hundir ha unido a los gallegos de forma inusitada?
Cinco intelectuales gallegos han intentado dar respuesta a esta pregunta. Son Antón Losada, profesor de Política; Suso de Toro, escritor; Antón Reixa, artista; José Manuel Ribera, director del barómetro gallego; y Julio Cabrera, sociólogo. Una idea de este último bien pudiera servir de común denominador. "La utilización de la mentira", dice Cabrera, "como instrumento de gobierno". Y se explica: "Rajoy explicaba el jueves en el Congreso que un hilito de gasóleo solidificado fluye hacia arriba... al mismo tiempo que la gente veía en televisión que el petróleo del Prestige sigue saliendo a borbotones".
"Los gallegos se preguntan: ¿Dónde está el Estado? ¿Por qué no se acuerda de nosotros?"
Antón Reixa, músico, poeta, narrador y dramaturgo, estaba ayer en Ginebra. A la entrada del teatro donde iba a representarse la adaptación de una obra suya había fotos del petrolero hundiéndose: "He llorado mucho viendo las imágenes de la marea negra. Pero también me he sorprendido viendo esa marea civil de protesta, esa movilización espontánea surgida de la rabia. Después del fallo estrepitoso de los políticos, nos estamos dando cuenta de que lo más brillante que tenemos somos nosotros mismos".
"La derecha", añade Reixa, "se ha topado con su parte más rancia, más antigua. Es una derecha sin sensibilidad por el medio ambiente, una derecha caciquil que piensa que todo se puede arreglar con indemnizaciones. Eso ha impactado mucho aquí, porque somos un país con una conciencia ecológica muy fuerte, aunque no ejerzamos de ello".
Reixa va y viene del desastre al optimismo. Y por eso recuerda otras ocasiones, aunque lejanas, en que los gallegos se unieron, salieron a la calle y lograron imponer su voz. "En el 76 conseguimos parar la construcción de la central nuclear de Xove. Y en el 81 fue Galicia la que paró la fosa atlántica de vertidos. Ahora también vamos a ganar, aunque nos hayan pillado con las trincheras inundadas de fuel".
Suso de Toro es escritor. Dice que lo que está ocurriendo en Galicia es una crisis de conciencia. "Hasta ahora", reflexiona, "los gallegos habían aceptado y elaborado una cultura política para aceptar la marginación, una cultura de la abdicación. Pero ahora la gente se ha rebelado por primera vez. Ya no está dispuesta a que el Estado se siga dando la vuelta. Porque es lo que ha hecho el gobierno desde la primera semana: dar la espalda al problema, mirar para otro lado. Y de repente los gallegos se han rebelado. Han preguntado: ¿dónde está el Estado?, ¿por qué no se acuerdan de nosotros? No han oído ninguna respuesta y han expresado su indignación".
Asegura que a los gallegos no les ha pasado inadvertida la actitud del jefe del Gobierno. "Primero acusó a Gibraltar y luego a la oposición... Aznar no vino aquí porque no quiere ver lo que hay, porque si lo viese, como lo vio el Rey, tendría que enfrentarse a la realidad. Lo más grave es que por encima de él no hay un presidente de la republica que pueda obligarlo a cambiar su actitud. No entiendo que el Rey no intervenga, imagino que no podrá, pero estamos viviendo una crisis de la política española como no la ha habido desde el 23-F".
Julio Cabrera es sociólogo. "Todo lo que está pasando es muy difícil de explicar", afirma. "Quizás el sentimiento mayor es de rabia, no tanto ya por el accidente, sino por el ocultamiento, el maltrato, la actitud despectiva y despegada de las autoridades .... Es un sentimiento que quizá estaba latente pero que en este momento cuajó, es una especie de basta ya, de ya está bien".
José Manuel Ribera es el director del barómetro gallego: "Los gallegos han vuelto a sentirse ciudadanos de un país del tercer mundo, luchando con las manos y con las palas. Además, esta catástrofe es mayor que las anteriores por los 1.500 kilómetros de costa afectada, que es como decir toda Galicia. El mar es un elemento constitutivo de la identidad de los gallegos. No sólo de la Galicia marinera sino también de la urbana. Y, finalmente, está la mala respuesta de los políticos. Los gallegos hemos sentido desamparo. No han ofrecido ni el calor ni la transparencia que los ciudadanos necesitan".
Todo esto quiere decir que la situación política en Galicia es muy confusa. "Estábamos haciendo el barómetro político de este año y lo hemos parado", anuncia Ribera, "lo haremos en enero o febrero y ya veremos, pero en cualquier caso todo esto dejará poso". La gente, añade, siente vergüenza de lo que ha ocurrido. "Y no se solucionará", concluye, "con un operación mediática ni con subvenciones".
Antón Losada es profesor de Políticas. Está convencido de que la crisis del Prestige ya ha provocado "el desvanecimiento del mito de Fraga". Y añade: "Antes nos creíamos que era un hombre de Estado, con capacidad de conseguir cosas, que iba a Madrid y ponía a los ministros firmes. Ahora ya se ha visto que no".
No se atreven a predecir un desplome del PP en las próximas elecciones, pero sí un descalabro. "Y hay que tener en cuenta otra cosa", advierte Suso de Toro, "aquí ya no es un orgullo ser del PP. Antes sí, pero ahora nadie puede decir en un bar que va a votar al PP y quedarse tranquilo. Fraga ya no puede viajar solo. El otro día se escondió detrás del Rey. Ya es un fantasma. Es como el gallo que sigue caminando después de que le corten la cabeza".
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