Cultivar el aseo
No es una hierba ni una flor. Tampoco un árbol. Es un fruto y no comestible, precisamente. Se trata de la luffa, un vegetal de la familia de las cucurbitáceas como el pepino y la sandía cuya siembra no existe en España. Pero esta planta herbácea trepadora que comprende unas 10 especies en las regiones cálidas de Asia y África tiene tanta utilidad como el ingrediente más preciado de una ensalada mediterránea: da unos frutos que se conocen con el nombre de calabazas de estropajo y la versatilidad de su uso la ha convertido en una referencia entre las plantas industriales.
Los hermanos Lorenzo, Fabiana y Álex Barros cultivan luffa desde hace cinco años en el término municipal almeriense de Los Gallardos. Su iniciativa, única en Europa, les ha convertido en únicos proveedores de esponjas de baño para grandes y medianas empresas de España y Francia. Las 150.000 unidades que producen anualmente en las dos hectáreas de terreno que cultivan en abril les han servido para competir con el duro mercado chino y también con el de Suramérica, donde se cultiva la luffa después de que fuera llevada a Brasil por los portugueses.
Las condiciones climáticas de Almería han propiciado que la aventura empresarial de los hermanos Barros cuaje y piensen ya en ampliar su negocio en el mercado de Inglaterra y Alemania. "Nuestro hermano Álex se ha ido a Bolivia porque allí la siembra es en septiembre y se recoge el fruto en abril. De esta manera tendremos producción el año entero, ya que aquí en Almería plantamos en abril y recogemos en septiembre", explica Fabiana.
Desde su siembra hasta su recogida, la planta sólo necesita abundante abundante agua y sol. Lo demás está resuelto: basta con dejar que la luffa se seque en la mata y recogerla. Aquí es donde el esfuerzo de los hermanos Barros ha dado sus mayores resultados con la mecanización de parte de las labores de pelado, limpieza y prensado que se llevan a cabo con las esponjas vegetales. Tras despojar el fruto de la cáscara se le extraen la semillas y se dejan al descubierto las fibras de esponja, se lavan con abundante agua y se dejan secar para después proceder al prensado y troquelado. El último paso de la empresa almeriense Luffagrind consiste en el blanqueo de cada pieza con cloro. "Si la luffa es rentable en Almería es sólo porque hemos mecanizado el proceso de producción. Durante dos años sembramos sin vender absolutamente nada y ahora tenemos más demanda que producción porque la vendemos limpia, blanda y en palés si se desea, no en contenedores", explica Lorenzo. Sin duda, la inversión más fuerte para su producción, dentro de Almería, pasa por las cuatro horas de riego que precisa cada planta al día, a razón a tres libros por hora en los 8.000 goteros distribuidos por las dos hectáreas. Y es que esta planta es característica de regiones con clima cálido y templado cálido, con abundante humedad y sin heladas tempranas. La luffa no puede plantarse en lugares con sombra o secos. A pesar de la exigencia de calor, la esponja se ha adaptado bien en regiones montañosas con temperaturas entre 22 y 25 grados, como ocurre en algunas zonas de Argentina.
Pero allá donde se cultive, las semillas siempre se extraen de las plantas más productivas de la última cosecha, que no hayan tenido problemas de enfermedades ni plagas. "Nosotros las seleccionamos para volver a plantarlas. En otros lugares las usan para sacar aceites de buena calidad y que también son aprovechados para la medicina homeopática", apunta Fabiana. De todas las especies, la cultivada por los Barros, la luffa cilíndrica, es la que mayor aceptación ha tenido en el mercado por su resistencia y elasticidad para ser usada como esponja de baño, principalmente. Es mejor que las hechas con materiales sintéticos y más barata que las esponjas de mar. Por no más de tres euros -suponiendo que el cliente recurra a lugares selectos y especializados- pueden adquirirse esponjas de luffa. En grandes superficies comerciales pueden encontrarse desde un euro y medio.
Estropajo o alfombra
Aunque la empresa Luffagrind
se dedique en exclusiva al corte de esponjas, no es ningún secreto que la variedad en sus usos ha hecho de esta planta industrial una fuente de riqueza en otras latitudes. La luffa, en cualquiera de sus presentaciones, es utilizada también para la limpieza de la vajilla, elementos de cocina y sanitarios. Igualmente tiene empleo dentro de la cosmética, allá donde se requiera una limpieza profunda de la piel.
En artesanía se utiliza para confeccionar los objetos más diversos: chinelas para playa, sombreros tropicales, abanicos, alfombras y cestos. En el sector industrial, ha servido de filtro para calderas, locomotoras, bodegas y destilerías. Hay quien la utiliza para embalajes "ecológicos".
Como aislantes del ruido también tiene éxito. "Tuvimos una vez un encargo algo especial. Un amigo nuestro que conocía la capacidad aislante de la luffa nos pidió un montón de kilos para forrar su caravana", relata entre risas Fabiana. Además, la pulpa del fruto también tiene efectos purgativos y diuréticos.
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