Un refugio para la poesía a la intemperie de Cernuda
Brines prologa las obras completas de Círculo de Lectores, ilustradas con doce dibujos de Frederic Amat
Tal y como los concibió, juntos y por orden cronológico, los once libros que integran la obra poética de Luis Cernuda, La realidad y el deseo (1924-1962), están de nuevo disponibles en un solo volumen. Con prólogo de Francisco Brines y 12 dibujos de Frederic Amat, la edición de Círculo de Lectores sigue la última publicada en México en 1964, un año después de la muerte del poeta sevillano. En el centenario de su nacimiento, Brines afirma que el volumen refleja "toda la complejidad y hondura de un hombre a la intemperie".
El poeta valenciano y Amat presentaron el lunes en Madrid esta reunión de poemas entre bromas y anécdotas. Hablaron de defectos y virtudes, y ensalzaron sobre todo el largo alcance de la poética cernudiana. Una poesía que para Amat es "música cautiva". Y para Brines, "variedad, sinceridad, ética, lírica y crítica, individualidad y colectivo, metafísica y cotidianeidad".
Para Brines, Cernuda fue un "solitario desde niño, y sobre todo, desde que tomó conciencia de su homosexualidad. Fue un marginado automarginado que vivió la poesía como un sacerdocio, con un fervor inextinguible, al estilo de Juan Ramón Jiménez".
"Cernuda reflejó en su poesía, como nadie más en España, al hombre del siglo XX, un hombre en crisis, sometido a los vaivenes de la historia", añadió Brines.
Desde el punto de vista puramente poético, Cernuda "revitalizó la tradición española de Garcilaso, por un lado, y de Bécquer, por otro, y a la vez fue capaz de asumir magníficamente las corrientes europeas: el surrealismo, Hölderlin, Leopardi, los griegos, los ingleses". Esta última, la anglosajona, fue, según Brines, su influencia más importante, porque dotó a sus versos de "reflexión, metafísica, respeto al lector y odio a la cursilería".
En su clase magistral, más de una hora, que acabó entre los aplausos de los periodistas, Brines reveló que de joven ya era "cernudiano fervoroso", aunque sólo conocía a Cernuda por antologías: en España no había libros suyos. Hasta que un día, cuando estudiaba Derecho en Salamanca, encontró Como quien espera el alba en el polvoriento armario de una librería madrileña. Desde entonces, ése fue su libro favorito del autor de Desolación de la quimera, aunque aguantó el trayecto en tren hasta Valencia sin abrirlo "para aumentar el placer del descubrimiento".
Se habló también de cómo influyó Cernuda en los poetas posteriores, partiendo de la frase que José Ángel Valente pronunció, según contó Amat, al visitar la tumba de Cernuda en Coyoacán: "Sólo tú permaneces".
Brines recordó otra cita de Valente ("el poeta es Cernuda porque nos va a liberar de los otros poetas del 27"), y citó también a Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo y los novísimos entre los que recibieron el influjo del poeta exiliado. Luego pidió perdón por hablar de sí mismo para añadirse a esa lista con un ejemplo. "Yo escribí un verso que siempre digo que será mi epitafio. Pero era una lectura de Cernuda. El mío decía: 'Yo sé que olí un jazmín en la infancia una tarde y no existió la tarde'. Y el suyo: 'Cuán bella fue la vida y cuán inútil".
Tinta negra
Amat ha elegido grandes manchas de tinta negra para ilustrar con sus 11 dibujos las portadillas de los once libros. La portada, en cambio, es en amarillo, negro, verde, azul y rojo. "Fue muy difícil, sobre todo el de la portada. Se trataba de reflejar el choque entre realidad y deseo sin angustia. Estuve una semana encerrado, tratando de bailar un paso a dos con esa música cautiva".
Los once libros que forman La realidad y el deseo, y sus fechas de creación, son Primeras poesías (1924-1927); Égloga, elegía, oda (1927-1928); Un río, un amor (1929); Los placeres prohibidos (1931); Donde habite el olvido (1932-1933); Invocaciones (1934-1935); Las nubes (1937-1940); Como quien espera el alba (1941-1944); Vivir sin estar viviendo (1944-1949); Con las horas contadas (1950-1956), y Desolación de la quimera (1956-1962).
Babelia
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