Víctimas reconocidas
Las víctimas del terrorismo de ETA lo han sido también durante años del olvido y de la soledad. El homenaje institucional ofrecido ayer en el Senado a este colectivo muestra que esa situación es cosa del pasado y que las víctimas de ETA empiezan a obtener el reconocimiento que se merecen por parte de las instituciones y de la sociedad. La presencia en el acto del presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, pone de manifiesto, además, que el terrorismo de ETA es sentido hoy como una amenaza propia por los países de la Unión Europea y como algo radicalmente incompatible con los valores comunes que les unen. Hace dos años, con motivo de la aprobación de la Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo, el Congreso tomó la iniciativa de ese reconocimiento institucional como expresión del de la sociedad en su conjunto.
La trágica lista de ETA, que agrupa a más de 800 víctimas mortales y cerca de 2.000 supervivientes desde 1968, ha conseguido algo impensable hace sólo algunos años, que el terrorismo de la banda armada sea percibido, por encima de cualquier otra consideración o contextualización histórico-política, como lo que es: una agresión directa y absolutamente injustificable contra el derecho a la vida y la libertad de las personas. De ahí que el reconocimiento y la reparación solidaria empiece a valorarse hoy como una condición previa e indispensable para la viabilidad de cualquier proceso de paz que pueda restañar en el futuro las profundas heridas abiertas en la sociedad vasca por el terrorismo etarra.
Pero también es indispensable que las fuerzas democráticas, al margen de la intensidad con que hayan sufrido en sus carnes el azote del terrorismo o de sus estrategias para combatirlo, huyan de la tentación de utilizar el dolor de las víctimas para su provecho político o electoral, como ha sucedido ya a veces, y busquen una forma de reconocimiento y de solidaridad inmunizada frente a la capitalización personal o partidista por parte de quien sea. La sociedad española y una parte importante de la vasca sienten cada vez con más fuerza que sólo sobre la memoria de las víctimas podrá construirse un futuro de paz en el País Vasco. Flaco favor haría a este objetivo la patrimonialización partidaria de quienes son un activo de la sociedad y un recordatorio permanente de los valores que hay que defender frente al terrorismo.
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