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La cocina cubana, una historia de pecado y pasión

Escuchando hablar al cubano René Vázquez Díaz (Caibarién, 1952) de cómo se inició su pasión por la gastronomía de su país a uno se le ocurre pensar en la vigente vitalidad de la literatura oral. La cosa fue así: René (Renecito, como le llamaban los suyos) se enamoró a edad temprana de su prima. Fue un amor prohibido y a Renecito no se le ocurrió mejor estratagema para estar cerca de ella que acudir a la casa de su tía, la madre de su amada, excelente cocinera. Le instruyó en los fogones, con gran disgusto de su padre, que pensaba que los varoncitos no debían andar en cosas de mujeres, pero él no se arredró en aquella pasión amorosa-pecaminosa-culinaria.También le gustaba escribir.

Para que se olvidara de esos devaneos gastronómicos-amorosos-literarios le enviaron a estudiar ingeniería naval en Gdansk (Polonia) y allí también acabó enamorándose de una cocinera.

Le expulsaron de la escuela y de Polonia. Total que fue a parar a Suecia (ahora es ciudadano sueco) y tuvo la buena suerte de caer en manos de un canario, Antonio Manzanero, que era chef del hotel Savoy y se convirtió en ayudante de cocinero. Aprendió mucho, pero lo suyo no era la cocina profesional. Primero se hizo músico callejero, luego traductor; en 1986 publicó su primera novela, La era imaginaria; luego, La isla de cundeamor y Fredrika en el paraíso.También tiene en su haber libros de poesía, cuentos y obras de teatro.

Recetas

René Vázquez, ahora cronista cultural del periódico Sydsvenska Dagablet, fue jefe de proyectos del Centro Internacional Olof Palme, del que surgieron ideas tan importantes como el estudio Salud y nutrición en Cuba: efectos del embargo norteamericano. Nada tiene que ver este documentado informe con el libro que ahora acaba de publicar: El sabor de Cuba. Comer y beber (Tusquets).

Es un libro original en el que se mezclan las recetas de cocina, en buena parte aprendidas de su madre y de sus tías, las anécdotas personales e incluso las leyendas.

Para Vázquez Díaz, los principales componentes de la gastronomía cubana son "la tradición que llegó de España, los elementos que aportaron los negros africanos y los ingredientes del Caribe".

"El sabor de Cuba no tiene pretensiones de ser un manual de la comida cubana. No soy cocinero, sino un escritor apasionado por los trabajos, los misterios y los placeres de la comida". Este aficionado, que se confiesa admirador total de los libros de Carvalho, ofrece recetas tradicionales (desde el mojo criollo a los plátanos fritos, el quimbombó con ajo y limón), ensaladas y entrantes (como las papas viudas o la ensalada de mango y aguacate), pescados y mariscos, arroces, carnes, los dulcísimos postres y, no se los pierdan, los cócteles de ron: Papa Hemingway, Tropical, Havana Tentation, Lobo de Mar... "Espero que este libro guste por la comida bien hecha y por la historia bien contada", concluye Vázquez Díaz.

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