Saura y Aída Gómez recrean la pasión enferma de Salomé
El director de 'Sevillanas' y la bailarina estrenan su versión del mito trágico
Carlos Saura ha seguido esta vez los pasos de la bailarina Aída Gómez. El director de Carmen estrena Salomé, mito bíblico sobre la mujer que pidió por despecho a su padrastro, Herodes, tetrarca de Galilea, la cabeza del hombre que amaba: san Juan Bautista. El mito de la carne y la santidad.
"Salomé", afirma Carlos Saura, "es una metáfora sobre la pasión enfermiza". La película, que se estrena hoy en las salas comerciales tras proyectarse en el festival de Valladolid y en el de Montreal (donde logró el premio a la mayor contribución artística), supone el regreso al género musical de Saura, que, además, en esta ocasión firma también la escenografía y comparte el guión. "Aída Gómez se presentó un día en mi casa con el proyecto. En un principio me negué. El personaje me parecía peligroso, pero finalmente acepté entrar en ese juego entre la mística y la carne que propone el mito y que, por desgracia, creo que para algunos sigue existiendo".
El director y la bailarina, producidos por Antonio y Carlos, dos de los hijos de Saura, se embarcaron en un proyecto que ha contado con la música de Tomatito y Roque Baños (El otro lado de la cama y 800 balas) y la fotografía de José Luis López Linares. En Salomé se mezclan palos de sevillanas con danza clásica, danza de la escuela bolera con bailes turcos. Del flamenco se pasa a ritmos de Pakistán. "Esta vez hemos ampliado el espectro musical. La música está inspirada en fuentes árabes y en piezas religiosas occidentales", asegura Saura. "El flamenco está en la base rítmica de toda la película, va marcando las pautas, pero la película busca otros caminos".
"Los músicales son un espectáculo visual único, sólo hay que dejarse llevar por lo que uno ve y escucha", añade el director, que, a través de luces y sombras y con unos decorados siempre minimalistas, recrea el ambiente violento y sensual en el que nace la trágica historia de celos, vanidad y ambición de Salomé. "Ella no es una frívola", afirma la bailarina Aída Gómez, "es una mujer que vive una gran pasión y esa pasión se le va de las manos. Está rodeada de tragedia y por eso pide a cambio de su baile la cabeza de san Juan Bautista". Aída Gómez, que ha representado en teatros "unas cincuenta Salomés diferentes", asegura que para el cine ha reinterpretado el personaje, "le he dado algo nuevo que sólo tiene esta película".
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