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Un informe revela que el 20% de los niños argentinos está desnutrido

Instituciones y políticos se culpan de la situación en Tucumán

El hambre como causa de la mortalidad infantil en Argentina reveló el drama sobre el que ya alertaban los indicadores oficiales: uno de cada cinco niños argentinos está desnutrido, según datos de agosto del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. Siete de cada diez son hijos de familias pobres y cuatro se crían en la indigencia. Más de 2.100.000 niños no tienen cubiertas sus necesidades básicas de alimentación.

El Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil, una consultora que trabaja para la Organización Mundial de la Salud, estimaba en 2001 que entre el 11% y el 17% de los chicos padecía hambre. El derrumbe económico en 2001 elevó el índice al 20%.

La muerte en la última semana de cinco de esos niños que sólo contaban para la estadística provocó un cruce de acusaciones entre funcionarios y dirigentes políticos. Al parecer, todos conocían la tragedia que se estaba incubando, habían advertido de las consecuencias y lamentan que nadie les hubiera hecho caso.

El vicepresidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Jorge Bergoglio, recordó ayer que el episcopado "denunció reiteradamente la gravísima situación social, pero parece que algunos no lo entendieron". Hilda González de Duhalde, esposa del presidente y responsable de la coordinación de las políticas sociales en el país, se propone organizar una red de contención. "Los argentinos no nos merecemos esto; no somos Biafra", sé la inversión que estamos haciendo en Tucumán; nos da bronca y es vergonzoso que la falta de organización social nos lleve a situaciones como ésta", añadió Chiche, como se llama a la señora González.

El secretario de Desarrollo Humano del Gobierno de Tucumán explicó que "la nena muerta el lunes por desnutrición estaba registrada en un plan alimentario, pero sus padres no retiraron los bolsones" de comida.

Los padres de Jesús Santiago Medina, el bebé de seis meses muerto por desnutrición en grado tres en Tucumán, al norte del país, viven en una improvisada casucha de hojalata y madera a 10 calles de la intendencia de Bella Vista, localidad situada a 25 kilómetros de la capital de Tucumán. No tienen servicios de electricidad ni cloacas ni agua potable y encienden leña para poder calentar algo de comida. En una entrevista que concedió al periódico Clarín, de Buenos Aires, el padre de Jesús y otros tres hijos dice que la última vez que recibió leche fue en septiembre. José Medina, ex policía, ahora desocupado, pidió ayuda por carta a la Secretaría de Desarrollo Humano, pero no se la admitieron "porque faltaba el certificado de pobreza". El bebé gemelo de Jesús, Franco Medina, tiene desnutrición en primer grado. Su madre, Beatriz, dice que es simple: "Los políticos se creen que todo pasa por entregar bolsas de comida, pero lo que hace falta es trabajo".

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