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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pentágono policial

En pocas semanas nacerá el ministerio más grande creado en EE UU desde 1947, cuando se constituyó el de Defensa (el Pentágono): será el Departamento de Seguridad de la Patria, un superministerio del Interior encargado de coordinar la lucha antiterrorista y la defensa de las infraestructuras críticas dentro del territorio nacional, con 170.000 funcionarios provenientes de 22 agencias hasta ahora dispersas. Congelado por los demócratas durante meses, la nueva Cámara de Representantes acaba de dar luz verde al proyecto, y se espera otro tanto del Senado en los próximos días.

El nuevo departamento utilizará la sinergia de las distintas agencias, pero también puede acumular los yerros, pues en su origen están precisamente los errores flagrantes que rodearon la prevención del 11-S y que muy tardíamente investigará una comisión independiente. El Congreso también ha aprobado nuevas medidas para controlar los puertos, uno de los puntos más débiles frente a ataques terroristas, según la Administración. Para su labor, el superministerio cuenta ya con una enorme legislación que permite el control de las comunicaciones y convierte a todo ciudadano en un posible confidente, lo que puede provocar situaciones injustas como las que se dieron en los peores momentos de la guerra fría, pero una mayoría de la opinión pública en EE UU parece dispuesta a sacrificar márgenes de libertades en aras de una mayor seguridad.

La reaparición de Bin Laden y sus amenazas, en una grabación que los expertos han calificado de auténtica, ha socavado la credibilidad de unos servicios de espionaje que no consiguieron atraparle en Afganistán y desconocían si estaba vivo o muerto. Con unas alertas irresponsablemente aireadas en público ante amenazas aparentemente infundadas contra varios grandes hospitales y el resurgimiento del líder de Al Qaeda, EE UU ha vuelto a recaer en la psicosis antiterrorista, o en la paranoia patriótica como sucede en el Estado de Nebraska, donde los legisladores pretenden crear en las escuelas una comisión para controlar el grado de 'americanismo' de los planes de estudio, o con muchas policías locales que están creando servicios de información autónomos por doquier ya desde antes del 11-S. En este viaje, EE UU pone en riesgo sus más genuinas esencias, pues los excesos en la lucha contra el terrorismo pueden conducir al Estado policial, que es exactamente lo que buscan los terrroristas.

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