Diabetes informática
La sobrecarga informativa de los profesionales, o incluso de los simples ciudadanos, es un problema extendido. En realidad la información es una noción bastante inasible, con lo que es bueno manejarla con una metáfora.
La mejor que conozco la generó en 1997 el médico venezolano Pablo Liendo: él compara la información con la comida que se ingiere. Uno puede tomar numerosos nutrientes, pero si el organismo no los asimila, no aprovecharán. Es el caso de los azúcares: la glucosa pasa a nuestro interior, pero si llega a alcanzar el filtro del riñon sin asimilarse, se excreta en la orina sin ventajas para el organismo. Es lo que ocurre con la diabetes. Del mismo modo, la información que hemos pedido (o que nos ha llegado), que sin más pasa al archivo de documentos por leer, y que espera indefinidamente hasta que una oleada de limpieza la manda a la papelera, es una información perdida. La enfermedad que vuelve la orina dulce se conoce desde la antigüedad como diabetes mellitus, de modo que Liendo acuñó el nombre de diabetes informaticus para su versión con datos (http://funredes.org/liendo/charlas/diabetes/diabetes.htm).
Esta diabetes informática, que antes era una afección exclusiva de los profesionales (empresarios o científicos), ha alcanzado hoy al hombre de la calle. El correo electrónico y el acceso a la WWW pone al usuario medio en contacto con una gran cantidad de información que viene a él -o que él va a buscar- y que no siempre tiene la oportunidad de metabolizar.
El futuro deberá proporcionar grandes avances en interfaces, en ayudas semiautomáticas a la gestión de documentos y sobre todo en formación de los usuarios si es que queremos que nuestra sociedad no desperdicie sistemáticamente los nutrientes de información que tiene a su alcance.
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