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La batalla de la propaganda en la Guerra Civil

Una exposición con 550 documentos muestra en Salamanca el vigor de las consignas ideológicas

La propaganda durante la Guerra Civil española alcanzó 'una relevancia excepcional', según se establece a través de los más de 550 documentos que se muestran en la exposición Propaganda en guerra, que se inauguró ayer en Salamanca dentro de la programación de la capitalidad cultural europea. La documentación, procedente fundamentalmente de los fondos del Archivo General de la Guerra Civil, analiza los sistemas, procedimientos y técnicas empleados por los dos bandos durante la contienda. Representantes de la denominada Comissió de la Dignitat protestaron ayer contra la utilización de documentos reclamados desde Cataluña, pero el comisario de la exposición aseguró que ninguno de ellos se muestra en el Palacio de Congresos y Exposiciones.

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La exposición, que se podrá visitar hasta el 12 de enero de 2003, busca ilustrar 'el mundo de la propaganda durante la Guerra Civil española' y, por ello, no pretende ofrecer ni los mejores ni más espectaculares carteles o sus estilos y los mejores artistas, sino los materiales que ayudan a relatar cómo se planteó la propaganda por parte de los dos bandos, según destacó el comisario de la muestra y director del Archivo G. de la Guerra Civil, Miguel Ángel Jaramillo.

Las vitrinas están cargadas de papeles porque 'la exposición está hecha desde la perspectiva del documento', y eso se completa con varios audiovisuales en los que se han vertido otros materiales que dan idea de lo abundante que fue la propaganda.

No obstante, el comisario puntualiza que 'quizá se diga que aquí hay poca guerra, que faltan armas, pero es que ésta fue otra guerra, paralela, y que forma parte de otra batalla destacada'. Además de una selección de 120 carteles, los tres espacios ocupados presentan octavillas, pasquines, textos, libros, prensa, postales y otros motivos, incluidos publicidad negra (documentos simulados), para ilustrar los tres apartados en que se estructura la propuesta: la organización de la propaganda a través de las entidades creadas con esa finalidad, las técnicas y objetivos de los sistemas propagandísticos y, por último, en la parte más amplia, los medios empleados en esa labor.

El vigor que cobró la propaganda en el conflicto se explica en función de 'la carga ideológica' que dominó la contienda. Además, la situación diferenciada en los dos bandos queda suficientemente explícita. Jaramillo anota 'el desequilibrio evidente entre los materiales del bando republicano y los del bando nacionalista'. 'Los republicanos tuvieron propaganda abundantísima y, en general, de buena calidad, mientras la del bando nacional era más elemental, escasa y tardía. Llegaron más tarde a ese mundo y no le prestaron tanta relevancia'.

Así, los materiales del campo de la República muestran la gran diversidad de focos emisores, las luchas internas, las llamadas a la unidad y al esfuerzo, mientras que del otro lado, a raíz del decreto de unificación, sólo aparece el Boletín del Movimiento y la Falange.

Pero la exposición no sólo muestra los materiales tradicionales, 'sino otra serie de documentos que, digamos, son la intrahistoria'. Jaramillo menciona las normas sobre los mítines, los encargos sobre contenidos de libros, las campañas con las que se decidía imprimir octavillas con mensajes...

El cartelismo cobró una utilización destacada, pero también la radio, y la 'batalla de tinta', y el cine y la fotografía; se consolidó el foto-periodismo, como muestran las fotografías de Kati Horna, Robert Cappa o Deschamp. Una imagen escalofriante de éste cierra la exposición: 'Los derrotados, abandonando enseres, cacharros y sus armas, mientras huyen hacia la frontera francesa, como reflexión de que todo el esfuerzo realizado por los republicanos quedó en esos trastos tirados'.

Jaramillo indica que la exposición se ha montado 'con los fondos del Archivo de la Guerra Civil que hemos estimado imprescindibles, porque los documentos que se encuentran en un archivo son para utilizarlos', pero también ha precisado que ninguno de los expuestos está en la relación de los reclamados desde Cataluña.

Ayer volvieron a Salamanca en torno a veinte miembros de la denominada Comissió de la Dignitat, que mantiene que los fondos del Archivo fueron 'robados' y reclaman su devolución. El grupo, con una pancarta con la leyenda '¿El botín de guerra es cultura?', pretendió penetrar en el Palacio de Congresos mientras la exposición se mostraba a los periodistas, pero una portavoz del Consorcio Salamanca 2002 les comunicó que sólo podrían acceder al recinto, como cualquier ciudadano, cuando Propaganda en guerra se inaugurara horas después, lo que motivó acusaciones de exclusión por parte del grupo catalán. Éste manifestó la intención de acudir con un notario para que levantara acta de los documentos pertenecientes a Cataluña que han sido utilizados en la muestra, con el fin de emprender futuras acciones judiciales.

El cartelista Carles Fontserè y su esposa, Terry, contemplan algunos carteles expuestos en <b></b><i>Propaganda en guerra,</i> ayer en Salamanca.
El cartelista Carles Fontserè y su esposa, Terry, contemplan algunos carteles expuestos en Propaganda en guerra, ayer en Salamanca.EFE

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