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Tribuna:XVI CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA CHINO
Tribuna
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China: continuidad y cambio

Mañana, viernes 8, se inaugura en Pekín el XVI Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCh), cuyo principal atractivo será conocer la nueva jerarquía de liderazgo hasta ahora encabezada por el secretario general, Jiang Zemin. La Constitución de la República Popular China establece que el Congreso Nacional es el máximo órgano de decisión del partido, encargado de marcar las principales directrices políticas y elegir a los miembros del Comité Central. En la práctica, aproximadamente cada cinco años, sus más de dos mil delegados se limitan a ratificar decisiones tomadas por el Buró Político y los miembros más veteranos del partido. A pesar de ello, cada Congreso Nacional genera una enorme expectación, tanto en China como en el ámbito internacional, ya que en un régimen tan opaco como el chino no sólo sirve para hacer pública la línea política oficial, sino que permite entrever el reparto interno del poder.

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La gente de la calle, empeñada fundamentalmente en conseguir mejorar su nivel de vida, contempla con variable interés las ambiciones de sus dirigentes. Seguir con atención las intrigas políticas forma parte de la tradición de los más viejos, pero son en especial los ciudadanos de Pekín quienes consideran que los cambios en la cúpula del PCCh pueden incidir de modo directo en su realidad cotidiana. Los empresarios y, en particular, los dueños de pequeños negocios están a la espectativa del rumbo que pueda tomar la reforma fiscal iniciada recientemente. En las zonas rurales observan con mayor distancia los acontecimientos, puesto que a corto plazo la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio implica la llegada de tiempos difíciles.

Muchos de los discursos que se escucharán en el Congreso girarán en torno al crecimiento económico, pero es en el terreno ideológico y de la sucesión donde se abren las incógnitas. En enero de 2000, Jiang Zemin propuso la teoría de 'las tres representaciones' y ahora intenta consolidarla como núcleo ideológico del partido, al mismo nivel que el pensamiento de Mao Zedong y la teoría de Deng Xiaoping. Bajo el lema de 'las tres representaciones' se reconoce la necesidad de ampliar la base de poder del partido, incluyendo a la emergente clase media formada por empresarios y trabajadores de cuello blanco, con el argumento de que el partido representa las fuerzas de producción más avanzadas, la cultura más elevada y los intereses de la población. La puesta en práctica de esta teoría ha llevado a la designación de varios miembros de estos sectores sociales como delegados en el Congreso.

El nombramiento de un nuevo secretario general es el acontecimiento que suscita mayor interés. Cumplidos dos mandatos consecutivos, Jiang Zemin estaría obligado a abandonar el cargo, al igual que, de acuerdo con la Constitución, debe dejar la presidencia del Estado tras la celebración del Congreso Nacional del Pueblo, prevista en marzo de 2003. Sin embargo, China mantiene un sistema político autoritario caracterizado por la debilidad del imperio de la ley frente a otras consideraciones más personalistas. En este marco, la carencia de un mecanismo formal para regular el cambio de liderazgo en el partido hace que las luchas de poder entre distintas facciones sean las que determinen el reparto del mismo, por lo que ni siquiera puede descartarse la posibilidad de que se modifique la normativa vigente para permitir que Jiang Zemin se mantenga en su puesto.

Un paso importante en la apuesta por la renovación en el liderazgo del partido fue el nombramiento de Hu Jintao como vicepresidente de China en marzo de 1998, seguido de su designación como miembro permanente del Buró Político y como vicepresidente de la Comisión Militar Central. Es más, durante una reunión del Buró Político en abril de 2000, Jiang Zemin señaló a Hu Jintao como su sucesor. Sin embargo, el propio Jiang Zemin ha manifestado su disponibilidad a mantener responsabilidades de Estado si el partido se lo pedía. Distintos sectores del partido y del Ejército han solicitado que conserve sus cargos, iniciándose una campaña que ha incluido la publicación de artículos con listados de altos cargos a los que se invitaba a retirarse por superar los 70 años, pero en los que nunca se ha incluido a Jiang. Es más, en el seno del partido se ha filtrado el rumor de que Jiang Zemin estaría dispuesto a recuperar las figuras de presidente y vicepresidente del partido, abolidas en 1982. Ambas tendrían un puesto en el Comité Permanente del Buró Político y el presidente del partido serviría también como presidente de la Comisión Militar Central. En esta situación, la Secretaría General quedaría subordinada a la Presidencia y Jiang Zemin podría mantener el control formal del partido, dejando a Hu Jintao la vicepresidencia y la Secretaría General del mismo y la vicepresidencia de la Comisión Central Militar. Aunque a partir de marzo de 2003 Hu Jintao ostentase también la presidencia del Estado, su poder efectivo sería escaso. No obstante, en el caso de estar dispuesto a abandonar sus cargos, es muy posible que Jiang prefiera a un sucesor joven como Hu antes que a cualquiera de su misma generación, pues ésto le facilitaría desempeñar un papel similar al que jugó Deng Xiaoping como líder en la sombra. Y, al fin y al cabo, asemejarse a Deng es la gran aspiración de Jiang. Habrá que esperar para saber si Hu Jintao se convierte en el nuevo número uno del Partido Comunista Chino y si los líderes de la denominada tercera generación están dispuestos a abandonar en breve la vida política en favor de los más jóvenes. En cuestiones de política china, cualquier pronóstico no es sino una conjetura bien informada.

Mario Esteban es investigador visitante en la Academia China de Ciencias Sociales. Taciana Fisac es directora del Centro de Estudios de Asia Oriental en la Universidad Autónoma de Madrid.

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