Los alumnos pierden la voz

Sin ellos ni esta universidad ni ninguna otra existirían. Pero los más de 51.000 estudiantes de la Universidad del País Vasco (UPV) se han quedado, por decisión propia, al margen de uno de los procesos más trascendentales de su historia. Once personas se embarcarán en breve en la elaboración de unos nuevos estatutos, la norma básica que regulará la estructura y el funcionamiento de la universidad pública vasca en los próximos años. De los once, ni uno solo es alumno. Y no porque no les votaran. Los estudiantes ni siquiera presentaron candidaturas. 'Había pocos candidatos y al final se echaron atrás', explicaron ayer fuentes del Consejo de Estudiantes. La misma fuente aseguró no obstante que buscan 'una fórmula' para incorporarse a la redacción de los estatutos en el tramo de las enmiendas.

La decisión de no participar desde el principio en la comisión de estatutos es un reflejo más de la crisis en que está inmerso el Consejo de Estudiantes de la UPV, el órgano legítimo de representación de los alumnos. Al consejo se le empezaron a torcer las cosas mientras se gestaba la controvertida Ley Orgánica de Universidades (LOU). La ley, promovida por el PP y aprobada pese a las críticas del grueso de la comunidad universitaria española, obligaba a votar un claustro constituyente que elaborara nuevos estatutos en cada universidad.

Promover la abstención

Algunas asociaciones estudiantiles, incluido el sindicato de la izquierda radical Ikasle Abertzaleak, promovieron activamente la abstención entre los alumnos de la UPV. La campaña, acompañada de actos de intimidación puntuales el día de las elecciones en un intento de boicotearlas, surtió efecto. Si en las anteriores elecciones pocos alumnos se habían acercado a las urnas, en esta ocasión fueron bastantes menos. La participación estudiantil se desplomó del 16,8% al 7,5%.

La representación del alumnado en el claustro constituyente quedó mermadísima: sólo tienen 25 de los 75 claustrales que les corresponden. 'Con menos votos, todos los sectores [del claustro] son más reacios a apoyarnos', según la fuente del Consejo de Estudiantes. De hecho, 19 de los 30 centros de la universidad pública se han quedado sin representación en el claustro. De ellos, siete porque no presentaron candidaturas y 12 porque las que aspiraban no recibieron los votos mínimos necesarios.

El Consejo de Estudiantes, en el que una candidatura independiente es mayoría, impugnó las elecciones en varios centros, incluido Sarriko, donde estudia el actual presidente del consejo, el independiente Pablo Gómez-Salazar. Éste, paradójicamente, ya no es claustral puesto que la participación fue tan exigua en Sarriko que se quedó sin representantes.

La autodenominada Asamblea de Sarriko (integrada por varios grupos incluidos Euskal Adarra, Laia, Sarriko Solidario y la Plataforma de Mujeres de Sarriko), creada para hacer frente a la LOU pero no desde los órganos legítimos, pide ahora la dimisión del presidente del Consejo de Estudiantes.

Reclaman su renuncia porque, entre otros motivos, la candidatura independiente que encabezaba fue 'juez y parte' en el proceso de impugnación de los comicios en Sarriko, que ganó, y ni siquiera se presentó a las elecciones cuando se repitieron, según explicaron fuentes de la autodenominada asamblea.

Los 51.000 alumnos de la UPV están perdiendo su voz.