Venezuela se fractura
El país latinoamericano vive una quiebra interna en la que la incertidumbre se ha apoderado de la población
Desde que acabó la jornada de paro del pasado lunes, la algarabía de los antichavistas ha llenado de estruendo las plazas de los barrios altos de Caracas. La plaza de Altamira, que han rebautizado como 'la de la Libertad', se ha convertido en el punto de protesta de ese colectivo variopinto en el que se mezclan miles de personas, desde pequeños comerciantes y ejecutivos encorbatados, hasta jóvenes de todo tipo y señoras con estampas en la pechera. Allí, acompañados por el constante tronar de las cacerolas y de las bocinas de los carros, los 14 militares que alientan un levantamiento contra Chávez (al tiempo que tratan que éste no les retire el uniforme) han colocado su cuartel general de forma permanente. Mientras, el Gobierno habla de 'payasada'. La incertidumbre se ha adueñado de la población. Nadie se atreve a apostar nada.
En cualquier caso, lo que sí queda palmaria -otra vez- es la quiebra interna que, en todos los sentidos, tiene Venezuela. 'Posiblemente es el caso más grave de desmantelamiento del sistema de partidos políticos en Latinoamérica', subraya un analista. Ahora, el país se dirime entre dos polos con gran poder de movilización. Pero 'mientras las fuerzas que soportan el Gobierno están unidas bajo el mando de Chávez , las de la oposición no tienen líder', añade. Un asunto que cobra especial importancia es el papel, que en ausencia de ese liderazgo y de la falta de partidos, ha adoptado la prensa. Los medios de comunicación y principalmente las cadenas privadas de televisión se han tomado el derrocamiento de Chávez como algo personal. 'La prensa fue la que aupó a Chávez y ahora quiere tirarlo', manifiesta un veterano político, pesimista de que el presidente convoque elecciones antes de 2006.
De ahí las prisas. Pese a ese pesimismo, la continua caída de popularidad de Chávez (ha pasado del 84% al 33% de respaldo popular entre abril de 1999 y agosto de 2002, según datos de la consultora Séller & Asociados que la oposición reduce hasta el 25%) hace que la situación se encamine al precipicio. Sus defensores sostienen que el país no ha perdido libertades y que son los 'oligarcas, temerosos de perder sus privilegios', los que no le dejan gobernar. Ocurre, sin embargo, que el país está inmerso en una profunda polarización en las que las clases sociales están mezcladas. Parecido pasa en el Ejército, donde chavistas e institucionalistas forman frente común contra los antichavistas. En medio de la polarización quedan los autodenominados neutrales.
Y neutral se mantiene en estos momentos la empresa petrolera PDVSA, un poder en sí mismo fundamental en la radiografía de Venezuela. Chávez intentó cambiar la compañía y se encontró con un intento de golpe de Estado en abril. Después negoció y ofreció muchas ventajas salariales a la empresa, que calmaron las aguas. 'Este país no se entiende sin el petróleo', añaden fuentes diplomáticas. Y es que Venezuela es demasiado dependiente de la factura petrolera, como lo demuestra el hecho de que el primer trimestre de 2002 el producto interior bruto (PIB) cayó el 7,1% por la fuerte contracción del petróleo. El crudo supone el 25% del PIB venezolano y el 80% de sus exportaciones, que este año caerán a cerca de 21.000 millones de dólares frente a 27.056. Es decir, una dependencia perversa, ya que, además de provocar fuertes vaivenes en la balanza de cuenta corriente, impide el desarrollo de otros sectores.
Es, precisamente, la crisis económica la que puede profundizar el desprestigio de Chávez y acelerar su salida. El descenso de la actividad ha provocado un aumento enorme del paro, que alcanzó el 16,4% en julio de 2002, lo que significa 1,8 millones de personas sin empleo. Un dato alarmante. Pero, tanto o más lo es la masiva salida de capitales, estimadas en 10.000 millones de dólares en el primer semestre de este año y que no hace más que engrosar la cifra total, que algunas fuentes de la oposición sitúan por encima de los 100.000 millones de dólares. Asimismo, el incremento de la deuda interna (del 8% y al 12% del PIB en un año) con una deuda externa ya alta (38.000 millones de dólares, en torno a la tercera parte del PIB), el aumento imparable de la inflación (un 33% en septiembre frente al 12,3% del año pasado) y una depreciación del bolívar superior al 100% (el dólar se cambia hoy a casi 1.500 bolívares) llevan a una situación insostenible.
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