Bajorrelieve en peligro
Karrantza es un bello valle en la parte más occidental de Vizcaya. Tiene admirables parajes, hermosas panorámicas y numerosas iglesias cargadas de años de gran belleza y valor arquitectónico, aunque el estado actual de muchas de ellas sea un tanto lamentable como sucede con la Iglesia de San Miguel, actualmente en reparación.
Esta iglesia de 1589 posee un bajorrelieve románico, con la imagen de San Miguel, resto de la antigua iglesia y único vestigio que la une al templo actual. Esta reliquia románica corre serio peligro y su situación es alarmante, ya que el proyecto de la comisión de obras de la iglesia es arrancarla del lugar que ocupa para evitar posibles robos, por ser una pieza de gran valor, como anunció el párroco desde el altar.
Dicha barbarie se hará en aras de su defensa, pero vislumbro que sólo será para acabar en algún museo lejos del lugar de origen, dónde ha permanecido largos siglos.
El responsable directo de este 'expolio', aparte del párroco y el obispo, serán la diputada de Cultura y el jefe del Servicio de Patrimonio Histórico de la Diputación, calificado por quienes le conocen profesionalmente de calamidad legendaria.
A este San Miguel yo le tengo querencia, pese a las pedradas que en mi niñez le aticé, animada por la educación judeocristiana y el cura de turno que nos exhortaba a acabar con la imagen, personificación del mal, unas veces de Judas y otras de Satanás. Ahora, en mi edad adulta, deseo resarcir al bueno de San Miguel defendiendo su derecho a permanecer donde siempre ha estado y a tal fin sugiero que se tomen medidas disuasorias contra los amigos de lo ajeno, los depredadores del patrimonio arquitectónico, los devastadores del legado de nuestros antepasados, contra la megalomanía, la soberbia y la necedad de algunos, porque el patrimonio es propiedad de la Humanidad y la contribución histórica de un pueblo a la cultura universal.
Son numerosas las medidas de seguridad que existen actualmente para salvaguardar cualquier bien o propiedad de la avaricia o el capricho ajeno, como una alarma o unas rejas con metacrilato para que no puedan hurtarlo o no vuelva a ser lapidado por generaciones venideras.
La idea me parece una monstruosidad y pediría a las autoridades civiles y eclesiásticas cordura, sensibilidad y respeto con el patrimonio, y a todos los profesionales y amantes del arte, que se movilicen para que esta piedra de San Miguel, Judas o Satanás no muera de aburrimiento en un mausoleo.
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