El 'sí' de Irlanda abre la puerta a la ampliación europea
Los irlandeses rectifican con una clara mayoría del 63% el voto negativo de hace un año
Irlanda respira, Europa respira. Una abrumadora mayoría de irlandeses decidió el sábado ratificar el Tratado de Niza con casi el 63% de los votos a favor. Los llamamientos del Gobierno, casi toda la oposición, la inmensa mayoría de los medios de comunicación y el mundo empresarial para que los irlandeses acudieran a las urnas se reflejaron en una participación de casi el 50%, cerca de 15 puntos más que en el referéndum de hace un año, cuyo resultado fue en contra del tratado. Y sobre todo, un clamoroso sí que despeja el camino de los países candidatos para su ingreso en la UE.
La histórica votación de ayer fue saludada con alivio por el primer ministro irlandés, Bertie Ahern. 'Esta decisión asegura la permanencia de Irlanda en el corazón de Europa', proclamó pasadas las cinco de la tarde, desatando así la euforia del puñado de europeístas que habían acudido al salón de San Patricio, en el castillo de Dublín, para escuchar en vivo la proclamación del triunfo del sí en el referéndum del sábado.
'Lo que es bueno para los europeos es bueno para los irlandeses', presumió Ahern, descargado ya del pánico de una segunda derrota que habría hecho reposar sobre las espaldas de su país la pesada carga de una crisis en la Unión Europea comparable a la que estalló en 1992 tras el no danés al Tratado de Maastricht. 'Era crucial para el futuro de Irlanda que diéramos luz verde a la ampliación', proclamó el primer ministro ante los líderes del sí y del no. Con los niveles de popularidad más bajos en cinco años pese a haber arrasado en las elecciones generales de mayo pasado, Bertie Ahern ya se había curado en salud al advertir días atrás que no dimitiría aunque ganara el no.
'El sí de Irlanda a Niza es una decisión histórica para la democracia y para el futuro de Europa', declaró Enda Kenny, líder de los democristianos del Fine Gael, el principal partido de la oposición. 'Los irlandeses han derribado el último ladrillo del muro de Berlín', enfatizó el presidente del Parlamento Europeo, el irlandés Pat Cox. 'Voté por correo la semana pasada y por supuesto voté sí', explicó. 'Ha sido una gran campaña no sólo de los partidos políticos, sino de la sociedad civil', concluyó señalando al grupo de jóvenes que animaban el salón de San Patricio.
'Quiero subrayar el hecho de que nosotros aceptamos el resultado del referéndum; ellos no lo aceptaron cuando lo perdieron hace un año', se consolaba a pocos metros Gerry Adams, líder del Sinn Fein y uno de los adalides del no a Niza. 'Ha pesado mucho el temor de que un resultado negativo podría perjudicar a la economía irlandesa y la exagerada campaña contra Justin Barret , sobre todo en la televisión irlandesa, que ha dado la sensación de que todos los del no éramos de extrema derecha', se lamentaba Roger Cole, líder del grupo neutralista PANA.
Los enemigos del Tratado de Niza, un extraño conglomerado político en el que se han mezclado el Sinn Fein, los Verdes, la extrema derecha y grupos neutralistas y antiabortistas, ya empezaron a reconocer la derrota en la noche del sábado, cuando los resultados de siete circunscripciones con voto electrónico pusieron en evidencia la amplísima ventaja del sí.
El lento recuento manual de ayer en las 35 áreas electorales restantes no hizo más que confirmar el triunfo de los partidarios de la ratificación. El Gobierno no se equivocó al decir que la clave del resultado estaría en la participación. Hace un año, sólo el 34,8% de los irlandeses acudieron a votar. El Gobierno se fijó el objetivo de superar al menos el 40% para asegurar la victoria del sí. Pero el sábado, un 49,47% del censo acudió a las urnas. El sol se alió con los europeístas al brillar ese día como ningún otro durante la semana. La lluvia de ayer, imperturbable y constante, devolvió las cosas a la normalidad. Pero también el recuento, al sancionar que Irlanda sigue siendo uno de los bastiones del europeísmo.
En la consulta de ayer los irlandeses aprobaron también un uso más restringido del referéndum en el futuro, lo que permitirá que el Gobierno aplique cierto tipo de disposiciones europeas sin necesidad de convocar una consulta popular.
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