Los Quince reciben con alivio el 'sí' irlandés que hace imparable la reunificación de Europa
Los líderes de la UE deberán negociar antes de fin de año la factura de la ampliación
Europa ha recibido el sí irlandés 'con alivio', el término que más se utilizó ayer a ambos lados de la antigua frontera europea entre bloques. Los irlandeses han levantado el último muro legal que ponía en riesgo el histórico proceso de la reunificación europea con la ampliación a diez nuevos Estados en 2004. Pero, a la vez, han hurtado a varios líderes europeos el último obstáculo legal en el que escudarse para retrasar ese proyecto. Ahora los Quince están obligados a superar antes de fin de año sus graves diferencias sobre el capítulo más espinoso de las negociaciones: la factura de la ampliación.
'La cita de Europa con la historia ya no podrá ser retrasada', proclamó nada más conocer el resultado el presidente del Parlamento Europeo, el irlandés Pat Cox. Fue seguramente la valoración más solemne, junto con la del secretario general del Consejo, Javier Solana: 'Un voto capital para la nueva Europa'. La Comisión Europea recordó que la ratificación definitiva del Tratado de Niza 'es un paso muy importante para la ampliación', a la que le da 'un gran impulso', como señaló el comisario de la Ampliación, el alemán Günter Verheugen.
Importante y definitivo, porque ahora el calendario previsto ya sólo puede variar en meses: los que van del 1 de enero de 2004 al 1 de enero de 2005 en el peor de los casos. Alemania, el país más beneficiado al extender su ámbito de influencia política y comercial, saludó 'con alivio y satisfacción', como dijeron el canciller Gerhard Schröder y su superministro Joshcka Fischer, quien añadió que 'ahora la UE puede continuar el plan para la ampliación'. También el canciller austriaco, Wolf-gang Schüssel, dijo haber recibido 'con alivio' la buena nueva, mientras que el presidente del Gobierno español, José María Aznar, felicitó al primer ministro irlandés por el resultado 'que abre las puertas a la definitiva e histórica reunificación de Europa'.
Más fríamente fue acogido el resultado en países como Francia, donde más del 55% está en contra de la ampliación y su Gobierno difunde continuamente el temor a perder los 9.350 millones de euros que recibieron sus agricultores en 2001. O en Holanda, donde el Gobierno celebrará esta semana una sesión extraordinaria para imponer nuevas trabas a la próxima entrada de diez candidatos. Y en Suecia o Finlandia, donde las autoridades dicen temer una avalancha de emigrantes del Este porque los candidatos sólo alcanzan ligeramente el 40% de la renta per cápita media en la UE.
Pese a todo, el francés Jacques Chirac dijo a primera hora de la noche sentirse 'especialmente feliz' por la 'histórica oportunidad' que se abre para Europa.
Las reacciones más entusiastas, como rebotaron de inmediato las agencias de noticias, provinieron de los actuales candidatos. Desde el 'muy satisfecho' del primer ministro polaco, Laszek Miller, al gran 'júbilo' que sintió al conocer la noticia el ministro húngaro de Exteriores, Lazslo Kóvacs. El más realista y pragmático fue el presidente checo, Vaclav Havel: 'El calendario no está amenazado'.
El calendario no, pero los obstáculos que aún restan son muy complicados. El presidente de la Comisión, Romano Prodi, fue también muy realista ayer cuando dijo: 'Estamos ya lo más cerca posible de la meta, pero aún queda trabajo por hacer'. En efecto, las elecciones francesas y alemanas en este año, junto al rechazo de los países ricos a que la factura de la ampliación les salga cara, han provocado que los capítulos más difíciles para negociar, los financieros, hayan quedado para última hora. Los Quince sólo disponen de un mes y medio para pactar el precio de la ampliación, estimado ahora por la Comisión en unos 25.000 millones de euros.
Para los ricos (Alemania, Holanda, Suecia y Reino Unido) hay que rebajar sensiblemente esa cifra. Por ejemplo, intentando dejar fuera a los nuevos socios del suculento pastel de los 28.000 millones de euros anuales que se reparten en ayudas directas a los agricultores europeos, sobre todo franceses y españoles, con lo que esas ayudas quedarían en entredicho para el futuro. O adelantándoles a cuenta dinero de los fondos regionales para que el saldo en 2004 y 2005 no sea tan desequilibrado.
No sólo eso. El complejo reparto de poder previsto en el Tratado de Niza, que entrará en vigor en 2004, debe ser retocado porque todos los cálculos en votos y escaños se hicieron para una UE de 27 Estados. Al haber sido eliminados de esta oleada de ingresos Bulgaria y Rumania (Turquía aún no ha empezado a negociar), hay que repartir de nuevo el poder entre 25.
Trabajar a destajo
Estos y otros asuntos que se han cruzado en el proceso, como la coincidencia con la propuesta para reformar la Política Agraria Común (PAC), deben ser tratados por los Quince los próximos días 24 y 25 en la cumbre de Bruselas. Ahí debe darse la luz verde definitiva a la ampliación de la UE a 25 Estados, pero de Bruselas también tienen que salir líneas claras para pactar los capítulos financieros porque, a partir de entonces, los Quince deberán trabajar a destajo para que las negociaciones estén definitivamente cerradas en el límite último posible: la cumbre de Copenhague a mediados de diciembre. Los primeros síntomas de cómo está la situación, que hoy se presenta más que complicada, se verán mañana, martes, en la reunión que los ministros de Exteriores mantendrán en Luxemburgo para desbrozar la agenda de los jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas. Como guinda, se presume una grave crisis entre la UE y Turquía, que exige que le fijen una fecha para empezar a negociar y a la vez protesta porque se admite en el club a Chipre, pero sólo a la zona greco-chipriota.
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