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El jefe de la Fuerza Aérea chilena dimite tras ser acusado en un caso de desaparecidos

El comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile (FACH), general Patricio Ríos, presentó ayer la dimisión de su cargo ante el presidente, Ricardo Lagos, y la ministra de Defensa, Michelle Bachelet, tras quedar en una situación insostenible por la presión judicial y política para que renunciara. Ríos y un subordinado suyo están acusados de obstruir a la justicia en casos de detenidos desaparecidos.

El general es el primer militar de tan alto rango que abandona abruptamente su puesto durante los 12 años de transición a la democracia en Chile. Su renuncia ha sido interpretada como una muestra del fortalecimiento del poder civil ante las Fuerzas Armadas, a pesar de la inamovilidad de los comandantes en jefe que establece la Constitución legada por Pinochet.

Lagos recibió a Ríos y Bachelet en la residencia presidencial de Viña del Mar. El presidente explicó que el militar lo visitó para 'dejarme en libertad de acción' y agradeció su gesto, que hizo 'por el bien de su institución'.

En una nota que entregó a Lagos, Ríos afirmó: 'Atendidas las circunstancias que lamentablemente se han producido en los últimos días, en las cuales estoy convencido de mi absoluta inocencia, (...) he decidido poner a disposición de su excelencia este cargo'. Hasta el pasado sábado, Ríos intentó negociar mejores condiciones judiciales para su salida, sin obtenerlas del Gobierno. El dimitido general no estaba en condiciones de pedir mucho, después de que el viernes pasado un juez abriera un sumario en su contra por el presunto delito de obstrucción a la justicia, y de que otro magistrado declarara reo a su colaborador general Patricio Campos, quien confesó haber destruido la información que recibió sobre cinco casos de detenidos desaparecidos. Ríos fue quien nombró a Campos, actualmente detenido en la base aérea de El Bosque, para recoger información sobre los casos de las víctimas en la dictadura de Pinochet responsabilidad de la FACH y entregarla a la Mesa de Diálogo, formada por militares, abogados defensores de derechos humanos y las iglesias.

El problema era que Ríos sabía que la esposa de Campos, Viviana Ugarte, participó en el principal aparato represivo de la FACH, el llamado Comando Conjunto, responsable de la mayoría de esas desapariciones, y fue vista en sesiones de torturas y en el secuestro de víctimas.

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