Una sorpresa literaria
La escritora, miembro del jurado que otorgó el Premio Nacional de Narrativa a la primera novela de Unai Elorriaga, destaca el lenguaje expresivo y la técnica valiente de la obra. El fallo ha sido contestado por algunos medios
Unai Elorriaga ha dicho en una entrevista, hace unos días, que su novela SPrako tranbia: Tranvía en SP es 'una historia de utopías'. Y añade un poco más adelante: 'La utopía triste me interesa mucho'.
Efectivamente, el protagonista de la novela, el anciano Lucas, vive obsesionado en su propia utopía. Sueña con la escalada a los picos del Himalaya, los ochomiles, los que miden más de 8.000 metros. Y de entre todos ellos sueña con el Shisa Panga.
En la cama de un hospital, con la compañía de su hermana María, el viejo Lucas oye tranvías de los antiguos, de los que ya no existen. Su mente, aunque deteriorada por la enfermedad y los años, le permite evocar el pasado. Revive momentos brillantes, transita del recuerdo al proyecto sin dificultad, sueña, elabora, y siente con intensidad la presencia de los seres que le rodean. La vejez y la enfermedad no le impiden ser solidario. Acepta en su casa a Marcos, un joven desconocido que pasa a formar parte de su vida. Oye a los niños jugar en la calle, a Marcos tocar la guitarra...
Los personajes de Unai Elorriaga están llenos de vida. Es sorprendente que un joven escritor se haya dedicado a profundizar en el alma melancólica y a la vez alegre de un viejo. Y en las relaciones delicadas y tiernas con su hermana, esa María solitaria que a su vez imagina viajes en tren, de estación en estación, viajes a ninguna parte; esa María que lee a Juan Rulfo.
Sorprende también la técnica narrativa aparentemente sencilla y, sin embargo, cargada de giros valientes y eficaces. El lenguaje de Elorriaga es en todo momento expresivo y jugoso:
'Lucas les tenía cariño a todos los ciclistas; también a los que les lloraba la bicicleta en plena carrera. Sobre todo a ésos. A los que llegaban fuera de control, a los que quedaban en el puesto 77 de 125. A los que subían al Tourmalet en el primer grupo de escapados y al bajar se rompían la cabeza y se tenían que meter en el coche del director'.
La literatura es una indagación en las conductas humanas, en los sufrimientos y las alegrías de unos seres cuyas vidas están sujetas al azar de una historia que les toca vivir.
Entre esos seres, hay nobles y villanos, limpios de corazón y gozosos poseedores del don de interpretar la magia de lo que les rodea. Como Lucas y María, los viejos, y los jóvenes Marcos y la chica que un día encuentra y la acerca a la casa de los hermanos que le acogieron sin dudas ni recelos. 'Quédate, había dicho María. Quédate en la habitación de Ángel'. Y Lucas, ante el nombre del hermano muerto, había aclarado: 'Está seis meses navegando'.
Detenerse en el discurrir vital de una pareja de ancianos, ser capaz de mostrarnos con sencillez y eficacia la trama de recuerdos, gozos y penas, y el inextinguible fervor de los proyectos que llenan su existencia es uno de los méritos de esta novela.
SPrako tranbia es un libro lleno de hallazgos estimulantes. Un humor sutil y soterrado en el que se mezclan la esperanza y el escepticismo, recorre las páginas del libro.
El libro de un joven que ha sido capaz de transmitirnos la energía de un mundo imaginado y real al mismo tiempo. Con el hermoso castellano de este joven vasco bilingüe se cierra la última página de la novela.
'Creo que nací en 1914. De pequeño fui a la escuela y de joven a la guerra. Pero la guerra no era un buen sitio para estar. Luego volví para empezar en la carpintería. En la carpintería había más sosiego. No se moría nadie, quitando unas cucarachas que yo creo que eran azules. O moradas. Después me casé con Rosa. La especialidad de Rosa era subirse a los tranvías, y olía a sopa. Después se murió. Desde entonces vivo con mi hermana y con un personaje que se nos ha metido en casa, con Marcos. También Ángel se murió. Mi hermano. Yo no tardaré en morirme. Pero pienso avisar. Se lo diré a Marcos, que es el que más tiempo está conmigo. Le diré Marcos, voy a morirme esta semana. Así se lo diré. Sin decir el día exacto. Claro.
A la escuela iba feliz. Aprendimos mucha ortografía en la escuela.
Ahora bien a gusto me comería yo un poco de chocolate'.
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