'Los detectives me sirven como herramienta para diseccionar la sociedad'
John Rebus es el más outsider de los detectives de ficción europeos. Como sus colegas Kurt Wallander (Henning Mankell) o Kostas Jaritos (Petros Markaris), Rebus pertenece a la policía, pero a diferencia de ellos encuentra serias dificultades para aceptar cualquier tipo de autoridad o disciplina. Sus superiores están hartos de él, aunque saben que es quien tiene más posibilidades de resolver el caso más complicado. Rebus tiene 55 años, está separado y es padre de una hija confinada a una silla de ruedas tras un accidente de tráfico. Fuma mucho y bebe más. A veces se pregunta si la bebida llegará a afectar a su trabajo y supone que sí. Es terriblemente escéptico y nadie con sentido común se atrevería a enfrentarse a él en un duelo verbal.
Rebus se ha convertido en el portavoz de su autor Ian Rankin (Cardenden, Escocia, 1960), que proyecta a través de él sus ideas, inquietudes, reflexiones e incluso problemas personales. Las novelas de Rebus venden más de un millón de ejemplares en el mercado anglosajón e incluso tiene una serie de televisión de mucho éxito, en la que John Hannah (Cuatro bodas y un funeral) interpreta al policía.
En La oscuridad (RBA), tercer libro de la serie que se publica en España (anteriormente se editaron Black & Blue y El jardín de las sombras) surgen tres o cuatro líneas argumentales: en la sede del nuevo Parlamento escocés, que se está construyendo en Edimburgo, aparece asesinado un candidato y también los restos de otro hombre antiguo; un mendigo millonario se suicida; un psicópata viola y asesina mujeres; políticos corruptos, constructores sin escrúpulos, gánsteres... aparecen por estas páginas. Y, por encima de todo esto, se erige una Edimburgo desconocida para los turistas. Rankin traza al mismo tiempo una historia de Escocia apasionada y crítica.
Pregunta. Usted había escrito ya varias novelas de Rebus, pero su lanzamiento llegó con Black & Blue.
Respuesta. Las anteriores no estaban mal, pero en ésta me salió mucha rabia, quizá porque reflejaba lo que estaba pasando en mi propia vida.
P. Es indiscreto preguntarle qué le estaba pasando.
R. No. Cuando estaba escribiendo Black & Blue nació mi segundo hijo, discapacitado. Vivíamos en Francia, yo no hablaba francés, teníamos que ir al hospital a 50 kilómetros y, además, tenía que intentar entender el francés médico. Fue terrible. Escribir fue una especie de terapia. Rebus es mi modo personal de explicar el mundo y cualquier problema que me pasa a mí se lo aplico a él.
P. En la oscuridad debía ser el primer libro de una trilogía sobre el Parlamento escocés.
R. Las historias mandan. Lo que pasó es que maté al parlamentario en las primeras páginas del libro y se acabó la trilogía.
P. Es usted muy crítico con el nuevo Parlamento escocés, con la política escocesa.
R. Creo que se están añadiendo capas y capas de burocracia, se está creando una superestructura que no sé si será útil. Yo no tengo tantos problemas para tener tantos representantes. Durante 300 años la malvada Inglaterra ha sido la responsable de todos nuestros problemas, ahora si no los resolvemos será culpa nuestra. Es un momento interesante porque hay una búsqueda de la propia identidad.
P. Edimburgo no sale muy bien parada en su novela.
R. Llegué a Edimburgo a los 17 años y me sentí envuelto por la historia de una ciudad que parecía vivir orgullosa en el pasado. La historia pesaba como una losa y la ciudad que ignoraba los problemas contemporáneos. Me interesa muchísimo cómo Edimburgo está cambiando y cómo los hechos reales del pasado afectan al presente. Creo que Edimburgo es la verdadera protagonista de mis libros.
P. Los detectives europeos de ficción son menos románticos que los que aparecían en las novelas de los clásicos norteamericanos.
R. Porque nosotros vivimos en tiempos más cínicos. Para los norteamericanos, el crimen lo cambiaba todo, cambiaba el mundo. Nosotros nos hemos refinado: el crimen cambia únicamente al detective. Los héroes norteamericanos permanecen inalterables al paso del tiempo, los nuestros envejecen, viven en tiempo real.
P. ¿Se siente usted próximo a escritores como Mankell, Markaris o Vázquez Montalbán?
R. Sí, creo que todos nosotros utilizamos a los detectives como herramientas para diseccionar, explorar y debatir temas como la identidad nacional, la moralidad de la sociedad, lo que pasa en ella. Cuando las novelas son buenas, piden a los lectores que examinen sus propias conciencias.
Babelia
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