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300 piezas ilustran la belleza y el poder de los collares antiguos

Un guerrero galo, con un collar grueso de origen celta, anuncia en el vestíbulo del Museo Arqueológico Nacional, de Madrid (Serrano, 13, www.man.es), la exposición Torques: belleza y poder, inaugurada ayer en la sala de exposiciones temporales del museo, donde permanecerá hasta el 1 de diciembre. El montaje reúne 300 piezas, entre torques, esculturas, monedas, urnas y ánforas, que rastrean una tradición cultural desde el bronce antiguo hasta el final del mundo romano.

'El torques es una pieza muy conocida, pero lo interesante es responder a todos los interrogantes sobre sus usos, su colocación en el cuello y los personajes femeninos y masculinos que los lucían en fiestas o celebraciones', declaró Alicia Rodero, comisaria de la muestra, junto con Magdalena Barril.

La investigación realizada por las dos comisarias, conservadoras en el Departamento de Protohistoria y Colonizaciones del Museo Arqueológico Nacional, fue elogiada por el director del museo, Miguel Ángel Elvira, por los estudios complementarios, que significan 'un importante avance de carácter científico'.

Una parte de este trabajo aparece en el catálogo, donde colaboran las dos comisarias y otros especialistas sobre el origen de los torques, sus técnicas y fabricación en Europa y en la península Ibérica, su uso como símbolo y adorno personal y las piezas existentes en el Arqueológico.

La mayor parte de las obras de la exposición, organizada por el Ministerio de Cultura y el museo, con la colaboración de la Caja de Ahorros del Medieterráneo (CAM), proceden de museos españoles, aunque 60 piezas han sido prestadas por museos e instituciones de otros países.

El montaje, a través de vitrinas y cartelas, aproxima al visitante estos collares trenzados que en la tradición occidental se pierden en la época medieval y se recuperan en la joyería moderna, con la referencia de los torques como 'collar que como insignia o adorno usaban los antiguos'.

En cuatro apartados distintos se analizan los torques desde sus usos y fabricación, su distribución cultural y geográfica ya en el siglo VI antes de Cristo, su auge a partir del siglo III antes de Cristo en la península Ibérica, hasta terminar en el mundo romano. Los torques expuestos permiten situarlos en el mundo lateniano celta, el ibérico, celtibérico o castreño, piezas únicas como manifestación religiosa o elemento funerario, que también aparecen en guerreros.

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