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Reportaje:

Aquellos codazos por la foto con Tarradellas

Los partidos celebran el 25 aniversario de la recuperación de la Generalitat

Francesc Valls

Josep Tarradellas era desde 1954 presidente de la Generalitat de Cataluña. Hasta las vísperas democráticas -a mediados de la década de 1970- era unperfecto desconocido. Pero el 23 de octubre de aquel año, cuando llegó a Cataluña, hubo codazos por salir al balcón de la plaza de Sant Jaume ante el entusiasmo popular por lo que su figura representaba. El decreto que reinstauró precisamente la Generalitat cumplió el pasado domingo 25 años. Y ayer la efeméride fue celebrada por los partidos políticos catalanes.

Quien recordó los codazos fue Carles Sentís, entonces cabeza de lista de la Unión de Centro Democrático (UCD), queayer abrió el turno de intervenciones en un salón de Sant Jordi vestido de gala para la ocasión. Sentís fue uno de los artífices del regreso de Tarradellas y, como buen dirigente político, de los que debió pugnar el 23 de octubre por salir en la foto del poblado balcón.

Sentís, junto con Jordi Pujol, fue el único superviviente de la foto que ayer tomó la palabra desde la tribuna. Los demás oradores eran relativamente nuevos. Joan Saura, de Iniciativa Verds, sucedió en el uso de la palabra a Sentís y entre recuerdos a la clase obrera y proyectos sostenibles de futuro tuvo unas palabras para la Iglesia y el papel que desempeñó en la recuperación de las libertades. O sea, un monárquico -Sentís- glosó el papel de un republicano -Tarradellas- y un ex comunista -Saura- el de la Iglesia que acogía a los democrátas en sus templos. Pero a partir de aquí todo fue más previsible.

El primer secretario de Esquerra Republicana, Josep Lluís Carod, fue el primero en subrayar que 'Cataluña no es sólo una comunidad autónoma; es un nación'. 'No somos fruto de un invento de una larga madrugada, de una noche madrileña cualquiera', aseguró Carod. 'No hemos tenido que inventar un himno; ni una bandera ni ponerle nombre a una institución', agregó el dirigente republicano.

Con menos trascendencia, el presidente del PP catalán, Alberto Fernández, se apresuró a destacar como rasgos positivo el consenso entre los partidos catalanes y el pragmatismo y la fidelidad de que hizo gala el presidente Tarradellas.

El líder socialista, Pasqual Maragall, alabó, al igual que Alberto Fernández, el papel de Adolfo Suárez y fue el primero en aplaudir el protagonismo moderador del Rey. Pero Maragall convirtió la parte final de su mensaje en un memorial de lo que el Gobierno de la Generalitat se ha dejado en el tintero y acabó haciendo votos por la recuperación del espíritu de Solidaritat Catalana o la Assemblea de Catalunya. 'La recuperación de esa cultura política es lo que necesitamos', dijo.

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Jordi Pujol se mordió la lengua para no responder a Maragall sobre la estrategia negociadora. Ayer no tocaba. Pero quiso dejar claro que Tarradellas era más que un catalanista 'un nacionalista que venía de colectivos como La Falç y L'Intransigent'. El presidente catalán subrayó, 'sin querer ofender a ninguna comunidad autónoma', que él era un continuador, el número 116 de una institución inaugurada a mediados del siglo XIV por el obispo de Girona Berenguer de Cruïlles. Una institución que se mantuvo entre 1954 y su recuperación en 1977 gracias a lo que el presidente del Parlament, Joan Rigol, calificó de 'tozudez de Josep Tarradellas'.

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