'Argelia ha ganado al integrismo'
Argelia le ha ganado la guerra al terrorismo integrista y está en pleno proceso de transición a la democracia, afirma Jalida Toumi. Lo prueba el que, desde hace tres meses, ella sea la portavoz del Gobierno argelino y su ministra de Cultura y Comunicación. Licenciada en Matemáticas, líder en los años ochenta y noventa de la oposición laica, democrática y feminista, detestada por los militares y condenada a muerte por los integristas, Jalida Toumi, de 44 años, es ahora el rostro y la voz de la nueva Argelia, la del presidente Buteflika. Partidaria de un Estado palestino que coexista con el israelí y reticente a un ataque a Irak -'los argelinos no entienden qué tiene que ver Irak con el 11-S y con la lucha contra el integrismo'-,Toumi afirma que el combate contra el integrismo es 'global' y debe incluir tanto métodos policiales y militares como un gran apoyo occidental a la democracia y el desarrollo socioeconómico en África y el mundo árabe y musulmán.
Antes de reunirse con EL PAÍS, Toumi ha visitado el museo Thyssen, de Madrid, y ha disfrutado, por primera vez en años, de la libertad de caminar sin escoltas. Toumi, una mujer delgada, de pelo corto y entre rubio y rojizo, atractiva por su físico, pero aún más por su vivacidad, combatividad, inteligencia y libertad de palabra, cuenta que adora el cine de Almodóvar -'he visto siete veces Todo sobre mi madre y he llorado en todas'- y que el Rey, Adolfo Suárez y Jorge Semprún son los tres políticos españoles que más admira.
Pregunta. Dice usted que Argelia está en una transición democrática, pese a que el resto del mundo siga imaginándola en plena guerra civil.
Respuesta. Sí, una transición democrática como la española, un parto tan difícil y doloroso como el español o más. Porque acabamos de salir de una guerra, porque Argelia no es una monarquía y Buteflika desempeña a la vez los papeles del rey de España y de Suárez y porque no tenemos la ayuda de Europa de la que disfrutó España. Pero la guerra que sufrimos en los noventa, que yo llamo la de de los integristas contra los civiles, porque de los 100.000 muertos la mayoría eran civiles, y entre ellos los más civiles de los civiles, las mujeres, esa guerra ha sido ganada por Argelia. Y cuando digo Argelia me refiero tanto al Estado argelino como al pueblo. El mundo occidental descubrió el terrorismo integrista el 11-S, y yo siento que lo que el pueblo norteamericano ha sufrido es horrible, un crimen contra la humanidad, pero nosotros habíamos vivido ese horror durante 10 años. Sufrimos ese horror a manos del Grupo Islámico Armado (GIA), que comparte la misma ideología y el mismo proyecto que los que perpetraron los crímenes contra las Torres Gemelas. Pero sí, nuestra guerra ha terminado. El terrorismo ha sido vencido en Argelia. En 1994 el pueblo argelino se enfrentaba a una guerra declarada por el brazo armado del Frente Islámico de Salvación (FIS), que contaba con 23.000 personas armadas; hoy el jefe del Estado Mayor argelino las cifra en 700. Pero hemos perdido mucho: 100.000 personas asesinadas y más de 20.000 millones de dólares de daños. Es un trauma muy difícil de reparar. Durante 10 años mi pueblo luchó solo, durante 10 años me entristeció mucho nuestra soledad.
P. ¿Dónde están los islamistas argelinos? Y hablo de los millones que votaron al FIS en 1991.
R. Mire, los argelinos no votaron en 1991 por un Estado teocrático, quisieron castigar al partido único del Frente de Liberación Nacional y votaron por el partido que creyeron que le hacía más daño. Pero luego rechazaron adoptar el modo de vida que les proponía el FIS, el de los talibanes. Los argelinos son demasiado mediterráneos y africanos para convertirse en talibanes. En las legislativas de mayo, que fueron totalmente limpias, todos los partidos islamistas reunidos obtuvieron menos del 20% de los votos.
P. A mediados de los noventa, usted, que entonces era una líder de la oposición democrática, enfrentada a los islamistas y sin nada que ver con los militares, viajó a España y encontró poca solidaridad.
R. Poca, poca. No encontré oídos atentos en España y no venía como representante de ningún régimen o Gobierno, sino como un miembro de la sociedad civil que había sido condenada a muerte por el GIA. Ahora espero que Occidente haya comprendido que la amenaza que creía limitada a Argelia es una amenaza planetaria. Espero que ahora la solidaridad no sea sólo verbal y pase a la acción, lo que significa una cooperación policial y militar. Hay que darle medios materiales a la república argelina para que sea más eficaz en la lucha antiterrorista. Pero eso no es suficiente. La lucha antiterrorista no es sólo militar y policial. El integrismo es un proyecto totalitario al servicio de un Estado teocrático y también debe ser combatido políticamente, con el apoyo a la democracia. Y luchar contra el terrorismo es también eliminar las situaciones que le ofrecen un terreno abonado para expandirse: la miseria, el paro, la marginación, el analfabetismo, los problemas sociales. Y hay que resolver la cuestión palestina. Si se quiere la paz y la estabilidad en el mundo, el pueblo palestino debe tener un Estado independiente con capital en Jerusalén, al lado del Estado israelí. Y también quiero subrayar que el integrismo no tiene nada que ver con el islam. Como dice Buteflika, el islam es tan inocente del terrorismo integrista como lo es el cristianismo del nazismo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.