Un regalo sobre España

En 1982, John Elliott reunió a un grupo de sus discípulos en un volumen colectivo puesto bajo el título de Poder y sociedad en la España de los Austrias, que de algún modo fue la primera comparecencia colectiva de lo que ya podía empezar a llamarse su escuela. En 1995, la familia había crecido, añadiendo otros nombres a los ya veteranos, y esta vez se sintió con ánimos de tomar la iniciativa y obsequiar a su maestro con otro volumen de estudios como modo de felicitarle al cumplir los 65 años. Este libro es, con algunas variantes y en versión castellana, el que ha servido como regalo por sus setenta años y el que también se ofrece como presente a los lectores españoles.

Los estudios vienen precedidos por una larga dedicatoria escrita ('en señal de reconocimiento') por los coordinadores de la obra, Richard Kagan y Geoffrey Parker, discípulos ya convertidos en maestros por el inexorable paso del tiempo y por la dedicación obstinada e inteligente al cultivo de la historia. Ellos son también los responsables de la introducción, que trata de proponer un hilo conductor que otorgue una cierta unidad a la colección de los 15 trabajos (casi el doble que en 1982) de una serie de autores cuyos vínculos son el magisterio del profesor de Oxford y el interés común por la historia moderna de España y del Imperio español.

Así, una primera parte se ar-

ticula en torno al mundo de la Corte (los favoritos de Antonio Feros, los escritos sobre materia fiscal de Charles Jago, los cronistas de Richard Kagan), mientras una segunda reúne los trabajos sobre el modelo de sociedad de la España de los Austrias (los toledanos de Linda Martz, el concepto de patria en Anthony Thompson, la noción de libertad en Xavier Gil, el patriotismo valenciano en James Casey, el caso de Jeroni Pujades en James Amelang, la Cerdaña de Peter Sahlins) y la tercera y última se ocupa del Imperio, con los estudios de Geoffrey Parker sobre el mundo de Felipe II en 1580, de Jonathan Israel sobre la estrategia española en los Países Bajos, de Peter Bakewell sobre el dominio español en América, de José Francisco de la Peña sobre el mayorazgo en Nueva España, de Anthony Pagden sobre el 'malestar en el Imperio' y de Josep Maria Fradera sobre las no promulgadas leyes especiales de Ultramar, ya superando los límites cronológicos del modernismo.

La edición española se enriquece con dos piezas ausentes de la inglesa. Por una parte, con un prólogo de don Antonio Domínguez Ortiz, dedicado a evocar su relación con el homenajeado, donde el ilustre académico hace gala de su consabido sentido del humor y da pruebas de su eterna juventud intelectual. Por otro, el citado artículo, publicado aquí a título póstumo, de Quisco de la Peña, el estudioso cuya prematura desaparición dejó un vacío imposible de cubrir en el numeroso grupo de sus amigos.

En ocasión de un Congreso celebrado en Córdoba en 1997, John Elliott declaró la mayoría de edad de la historiografía española y el fin de la función tutelar del hispanismo historiográfico. Contemplando el floreciente estado actual, hay que convenir en que, una vez más, sus palabras eran acertadas, pero al mismo tiempo hay que rogarle que esa constatación no impida que él y los componentes de su escuela sigan investigando, para nuestro beneficio, sobre la historia moderna de España.