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Rusia sale ganando con el embargo a Irak

Frente a su oposición al ataque a Serbia, donde primaron criterios morales, Moscú esta vez afronta la crisis con pragmatismo

Pilar Bonet

Mientras el Kremlin apuesta por el retorno de los inspectores de la ONU a Irak, los políticos rusos, guiados por el más frío pragmatismo, echan cuentas sobre cuál es la opción más favorable para su país. El petróleo, del cual depende la economía rusa, la deuda de Bagdad y el dinero, en definitiva, son la clave de un cálculo exento de las emociones y consideraciones morales que dominaron a los rusos ante el ataque de la OTAN a Serbia en 1999.

'Nadie quiere reconocer en público que Rusia está interesada en mantener el régimen de sanciones contra Bagdad para evitar la salida al mercado del petróleo iraquí', manifestaba el analista Viacheslav Níkonov, presidente de la fundación Política, el martes en una mesa redonda. Según Níkonov, 'el régimen de Sadam Husein no durará hasta final de año' y los norteamericanos pueden concluir su operación militar 'en el plazo de dos semanas'. Por ello, el politólogo opinaba que 'Moscú debe negociar seriamente con EE UU sobre cómo garantizar el futuro de los intereses económicos de Rusia en Irak'. 'Ésta es una época crítica para Rusia. Ahora nuestro voto vale mucho, pero cuando caiga la primera bomba nuestra posición negociadora será equivalente a cero', sentenció.

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Las sanciones contra Irak benefician directa e indirectamente a Rusia. En el marco del programa Petróleo por Alimentos, Moscú suministró a Bagdad mercancías por valor de 2.000 millones de dólares y comercializó el 35% de la producción de crudo iraquí en 2001. La subida de los precios del petróleo además ha favorecido al presupuesto estatal de Rusia, cuya partida de ingresos depende del crudo en un 30%. El presupuesto de 2003, que la Duma Estatal comenzó a debatir ayer, se ha calculado partiendo de un precio medio de 22,5 dólares por barril.

'Rusia debe pensar en sus intereses económicos sobre todo', afirmaba el analista Alexandr Konoválov, tras señalar que el fin de las sanciones supone 'la salida al mercado de cinco millones de barriles de petróleo al día'. Este nuevo flujo anegaría las ilusiones rusas de asumir a corto plazo un papel como garante de la estabilidad energética en Occidente y como socio estratégico de EE UU. Tras Arabia Saudí, Irak tiene las segundas reservas de petróleo del mundo con unos costes de explotación y unas condiciones de acceso mucho mejores que Rusia. 'No está claro que EE UU estabilice Irak, pero sí lo está que, en cuanto los americanos entren allí, ejercerán el control sobre los recursos energéticos y eso supone un golpe sobre el presupuesto de 2003 y de 2004. Rusia dejará de ser atractiva para EE UU como socio estratégico', manifestó Alexéi Pushkov, un polémico analista televisivo. No obstante, varias empresas rusas, dirigidas por Lukoil, tienen importantes intereses petroleros en Irak.

Serguéi Karagánov, director del Instituto de Europa, es partidario de no adoptar posiciones duras con respecto a Irak ('ni sí, ni no'), y jugar un 'juego a largo plazo' intensificando las relaciones con China y la UE. Rusia está ante la alternativa de convertirse en una caricatura de EE UU tratando de actuar con su misma lógica o de unirse a otras potencias mundiales como la UE o China para hacer de contrapeso, señaló Borís Piontkovski. Altos representantes norteamericanos han indicado comprensión por los intereses económicos de Moscú en Irak. 'En vista del carácter de nuestras relaciones con Rusia, los consideraremos', ha dicho el secretario de Estado, Colin Powell en el diario Izvestia. Refiriéndose a la deuda de 7.000 millones de dólares que Irak tiene con Rusia, el embajador de EE UU en Moscú, Alexander Vershbow, ha advertido a los partidarios de evitar la confrontación que Husein no pagará ni un céntimo ni 'hay motivo para pensar que los pague alguna vez'.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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