EE UU evita felicitar a Schröder por haber "envenenado" las relaciones entre los dos países
El secretario de Defensa norteamericano dice que no se entrevistará con su homólogo alemán
El presidente ruso, Vladímir Putin, había felicitado ayer al mediodía al canciller Gerhard Schröder por su victoria en las urnas. George W. Bush no había hecho a esas horas otro tanto. Puede que fuera por la diferencia horaria, pero en medios políticos alemanes había ayer pocas esperanzas de que el motivo fuera tan trivial. Sobre todo después de que el siempre locuaz secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, acusase a Schröder de 'envenenar las relaciones'. Rumsfeld anunció que no tiene intención de entrevistarse con el ministro de Defensa alemán, Peter Struck.
'El pueblo de Alemania ha hablado y Estados Unidos trabajará con el Gobierno alemán en asuntos de interés común', señaló una declaración oficial leída por un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Sean McCormick. La declaración no incluye la habitual felicitación de cortesía al vencedor de unas elecciones, en un gesto muy ostensible de EE UU, más insólito aún cuando se trata de dos países aliados miembros de la OTAN y del G-7.
El Gobierno alemán está preocupado por las derivaciones que pueda tener la controversia por la oposición a la guerra en Irak y las declaraciones de la ya finiquitada ministra de justicia, Hertha Däubler-Gmelin, que había sugerido que el presidente Bush adoptaba el camino belicista en Irak para evitar controversias internas en su país, 'como ya hacía Adolfo, el nazi'. La ministra lo desmintió, pero el domingo mismo, horas después de cerrar los colegios electorales, la ministra enviaba una carta al canciller en la que manifestaba haber decidido no estar disponible para ningún cargo en el próximo Gobierno de socialdemócratas y verdes.
No dimitió antes de las elecciones, pero le ahorra el cese a su jefe de Gobierno. Ayer, la ya cuasi ex ministra de justicia agradecía las condolencias por el final de su carrera política, pero también la solidaridad y comprensión hacia unas palabras que asegura no haber dicho, pero que comparten muchos alemanes.
A Bush parece importarle poco lo que piensen alemanes o europeos, en general, sobre su política exterior, y en Oriente Próximo, en particular. Pero en todo caso a los alemanes les importa que no le importe. Y el canciller Schröder se ha erigido en abanderado de ese malestar. 'Lo dicho antes de las elecciones es exactamente lo que vamos a hacer después de las elecciones. Como amigos y aliados, vamos a hacer lo que consideramos máxima lealtad, y es expresar nuestras opiniones sobre las situaciones'.
El nuevo y viejo canciller alemán, Gerhard Schröder, volvía ayer a dar un aviso a aquellos que consideran que sus palabras en contra de la intervención en Irak, que tanto malestar han creado en Estados Unidos, no son meros comentarios electorales revisables de inmediato después del recuento.
Schröder, su partido, su aliado de Los Verdes y también su electorado, están todos de acuerdo en que Washington, un aliado, tiene perfecto derecho a revisar sus prioridades y decidir que su objetivo no es imponer el control de armamentos en Irak y desplegar allí a los inspectores, sino forzar la decapitación del régimen de Sadam Husein. Pero todo ello sin involucrar a sus aliados en una operación que Schröder ha calificado innumerables veces en estas semanas de 'aventurerismo en el que Alemania, bajo mi Gobierno, jamás participará'. El ministro de Asuntos Exteriores alemán, Joschka Fischer, intenta mantenerse en la postura moderada que mantenga abiertos los canales de diálogo con la Administración Bush, aunque sólo fuera con el secretario de Estado, Colin Powell.
La actual tensión política entre Alemania y Estados Unidos tardará bastante en remitir a juzgar. Tanto el secretario de Defensa de EE UU como Struck, que ha tildado a su colega americano de 'maleducado', tendrán que darse la mano hoy en Varsovia en la reunión ministerial de la OTAN, en la que Rumsfeld informará sobre los planes de castigo contra Irak y la idea de construir en un plazo de uno a dos años una fuerza de respuesta rápida de la Alianza. La actitud de Schröder durante la campaña electoral 'ha sido inútil desde el punto de vista de la eficacia, y sólo ha tenido como efecto envenenar las relaciones entre EE UU y Alemania', declaró Rumsfeld tras reunirse con el presidente de Polonia, Aleksander Kwasniewski.
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