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Abilio Estévez ajusta cuentas con La Habana en su nueva novela

El escritor se despide de la ciudad con 'Los palacios distantes'

Amelia Castilla

Abilio Estévez (La Habana, 1954) necesitaba quitarse de encima 'el fantasma' de Tuyo es el reino, su primera novela, traducida a 12 idiomas y con la que deslumbró en la Feria de Francfort. Por eso ha tardado casi tres años en redactar Los palacios distantes (Tusquets), en la que ajusta cuentas con La Habana, donde se ha sentido 'tan bien y tan mal' y de la que quiere alejarse temporalmente para 'buscar nuevas calles'.

No es una novela política -'me gustaría que la obra quedara cuando las cosas cambien'-, pero podría leerse como si lo fuera, puesto que recrea la dura existencia de tres personajes -el cuarentón Victorio, la jinetera Salma y un viejo funambulista conocido como don Fuco- en La Habana del año 2001.

Los palacios distantes es también una obra que rezuma nostalgia. 'Siempre hay cambios en la vida de las ciudades o de los paisajes, pero aquí la nostalgia surge porque el cambio no ha sido para bien', aclara el autor. 'La Habana es una rara aristócrata, una marquesa venida a menos, pero la novela no es sólo sobre los edificios, sino sobre un modo de vida y cierta elegancia perdida'.

Los personajes de Los palacios distantes se ven incapaces de resolver sus problemas vitales. 'No les convence formar parte de un proyecto social que procura la salvación de Cuba'. La vida, y en esto me incluyo, se nos está yendo a muchos'. La situación se define muy bien en una de las citas de la novela: 'Pero la sociedad no sólo aspira a vivir, aspira a vivir bien'.

El escritor ha dedicado tres años a escribir esta novela, de la que ha hecho cuatro versiones. La primera tenía casi 600 páginas y la versión publicada cerca de 300: 'Desescribir es el mejor modo de escribir, quitando texto cobra inquietud la narrativa'. Estévez, que comparte la narrativa con el teatro, sitúa a sus personajes en un teatro abandonado donde antes se escuchó la voz de la Callas, o la Pavlova hizo una grandiosa Muerte del cisne y Nijinsky mostró lo cerca que estaba de ser un dios.

'La salvación pasa por el arte y la literatura, por eso puse a los personajes principales en un teatro', añade el autor, que últimamente parece sentirse más cómodo en la novela. 'El teatro es un púlpito. Todavía me sorprende ver la fuerza que puede tener una frase, que tú has escrito con ingenuidad, cuando un actor la recita en un escenario'. Estévez, que impartirá un curso de teatro de tres meses en Barcelona, considera su novela como una despedida de La Habana, aunque todavía no sabe si literaria o física.

Una de sus obras, El enano en la botella, escrita en 1994, se representó en Miami y en La Habana y 'sorprendentemente' fue un éxito en las dos ciudades. El desinterés por el teatro de Estévez no tiene que ver, según sus palabras, con la falta de ideas sino con la situación de abandono en que se encuentra. 'El teatro necesita de una industria y eso no existe en Cuba'.

Abilio Estévez vivía en un mi-núsculo apartamento del que fue expulsado por amenaza de ruina, lo que le obligó a regresar a la casa de su madre, donde todavía sigue. En la añoranza de un cuarto donde poder alojarse con todo lo necesario para poder vivir se cuenta el origen de Los palacios distantes, la novela en la que ha trabajado los tres últimos años.

El novelista sigue sin encontar el lugar habitable para desarrollar su vida y su literatura, aunque de momento 'el palacio' más cercano se encuentra en las calles de Barcelona.

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