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Los empresarios italianos, enfrentados con Berlusconi

La luna de miel entre Confindustria, la organización empresarial italiana, y el Gobierno de Silvio Berlusconi parece concluida. La patronal no oculta ya su desacuerdo y su malhumor por algunas medidas incluidas por Giulio Tremonti, el superministro del Tesoro, en la Ley de Presupuestos. Los empresarios critican la decisión de retirarles subvenciones concedidas por el anterior Ejecutivo de centro-izquierda y temen que no sea posible cumplir los acuerdos firmados en julio con dos centrales sindicales. Tremonti dio ayer las primeras señales de distensión reconociendo las dificultades de Italia, que apenas crecerá un 0,6% este año, frente al 1,3% previsto.

El ministro justificó la situación del país por la 'incertidumbre y las dificultades' de la actual coyuntura internacional y aseguró que el Gobierno mantendrá escrupulosamente el Pacto de Estabilidad europeo, y el Pacto para Italia firmado con dos sindicatos y la patronal. El tercer sindicato, la poderosa CGIL, va por libre y ha anunciado ya una nueva huelga para mediados de octubre.

Para calmar la tensión, Berlusconi ha recurrido a una medida de urgencia: la congelación de tarifas de servicios públicos como electricidad, agua o gas, y anuncia además una amnistía para los evasores fiscales que se denuncien a sí mismos a cambio de una multa modesta, con la mirada puesta en una recaudación extra en vista de la sequía que padecen las arcas del Estado.

Estas medidas han sido criticadas duramente por la oposición, pero la patronal se ha mantenido expectante hasta la semana pasada. Terminadas las vacaciones, Giampaolo Galli, responsable del Centro de Estudios, lanzó la primera piedra contra el Ejecutivo al señalar que el crecimiento del PIB no superará el 0,6% este año (oficialmente sería del 1,3%), mientras el déficit público será del 1,8% y no el 1,1% previsto por el Gobierno. Es un hecho que la gran industria ha sufrido el impacto de la crisis, dejando una estela de desempleados -30.700 puestos de trabajo perdidos hasta junio pasado-, mientras la facturación industrial se redujo un 7,7% en relación a junio de 2001.

En vista de la situación, el presidente de Confindustria, Antonio D'Amato, urgió al Ejecutivo a poner en marcha cuanto antes el Pacto para Italia, firmado en julio pasado con los sindicatos (salvo la CGIL, el principal), que incluye una tímida reforma laboral. También ha pedido a Berlusconi una entrevista urgente y la luna de miel puede haber acabado.

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