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Reportaje:

Lo que Lula quiere para Brasil

'Quiero demostrar que un tornero puede lograr lo que no ha hecho la élite', dice el candidato'

'Quiero demostrar que es posible que un tornero mecánico logre en este país lo que la élite brasileña no consiguió'. Con estas palabras concluye el mitin. La voz ronca del candidato resuena con fuerza a través de los altavoces ante un auditorio entregado que enarbola pancartas y banderas rojas. Está en uno de sus principales feudos. En Mauá viven gran parte de los trabajadores del cinturón industrial de São Paulo, la megalópolis brasileña donde Luis Inácio Lula de Silva hizo sus primeros pinitos como sindicalista metalúrgico. En estos pagos fundó en febrero de 1980 el Partido de los Trabajadores (PT), junto a otros sindicalistas, intelectuales, políticos, religiosos y líderes de movimientos sociales. A los 56 años quiere demostrar que Brasil, los brasileños y él mismo han cambiado. Y que es posible que un trabajador, de formación autodidacta, llegue a la presidencia de la nación de mayor peso de toda América del Sur. Lo intentó en tres ocasiones. Ahora está más cerca que nunca de lograrlo.

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A 17 días de las elecciones brasileñas, el candidato del PT a la Presidencia de la República mantiene una amplia ventaja en todos los sondeos, que le dan como seguro vencedor en la primera vuelta del próximo 6 de octubre. La última encuesta le concede el 41% de los votos. Un porcentaje que supera con creces el mejor resultado obtenido por Lula en una elección. A más de 20 puntos de diferencia, ocupa la segunda posición en las intenciones de voto José Serra (19%), candidato del Partido de la Social Democracia de Brasil, que ha gobernado Brasil durante los últimos ocho años bajo la batuta de Fernando Henrique Cardoso. Los dos principales candidatos, Ciro Gomes, ex gobernador del Estado de Ceará, y Anthony Garotinho, ex gobernador de Río de Janeiro, están prácticamente empatados con el 13%. Las luces de alarma se han encendido en las filas del oficialismo ante las enormes dificultades del candidato presidencial para reducir la distancia que lo separa de Lula.

El temor en el cuartel general de Serra es que un nuevo aumento de Lula en las encuestas pueda provocar una desbandada de votos a su favor, e incluso la retirada de algún candidato. Todo ello posibilitaría lo que hasta ahora nadie contemplaba, y que es el sueño del equipo de campaña del PT: una victoria tan amplia en la primera vuelta que haga innecesario el segundo turno.

El nerviosismo ha hecho mella de nuevo en los mercados. Después de una semana relativamente tranquila, el dólar ha subido en las últimas horas y ya se cotiza a más de 3,2 reales para la venta. El índice Bovespa de la Bolsa de São Paulo ha caído un 3,44%. El economista Alexandre Schwartsman, del Banco de Brasil, se refiere a las sacudidas del mercado en estos términos: 'Hay números positivos que indican que la balanza comercial brasileña puede estar más fuerte de lo que indican las cifras oficiales, pero el recelo político prevalece. Hoy, el miedo a la encuesta es más fuerte que el resultado de la encuesta en sí mismo. Hay una industria de rumores'.

En Mauá, miles de seguidores del PT gritan 'Brasil presente, Lula presidente'. Aloízio Mercadante, uno de los mejores economistas del PT y candidato a senador por São Paulo, proclama a los cuatro vientos: 'Vamos a ganar las elecciones en las calles y en las plazas. Están desesperados porque creían que São Paulo era suyo y ven cómo crecen los candidatos del PT'. Mercadante es un excelente orador, capaz de encender los ánimos. Un inmejorable telonero para el candidato a presidente que fustiga sin piedad a los adversarios. 'Hablan de gente preparada para gobernar. ¿Y Mandela? Pasó años en la cárcel y nunca tuvo un cargo público hasta llegar a la Presidencia de Suráfrica. Necesitamos de hombres como Mandela y como Lula'.

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Finalmente, toma la palabra el candidato. El antiguo sindicalista se dirige a trabajadores y a muchos hombres y mujeres que, sin duda, están desocupados. El paro es el tema dominante de su mitin. 'Posiblemente no ha habido nunca un gobernante en Brasil que supiera concretamente lo que es el desempleo'; Lula, sí. Recuerda con amargura los 11 meses que estuvo sin trabajo en 1965. Cuando recorría las fábricas de Mercedes Benz, Ford, Volkswagen y regresaba a las cuatro de la tarde, con las manos vacías, y su hermano le decía: 'Lo que pasa es que no quieres trabajar'. 'Pienso en la cantidad de gente que hoy está pasando por la misma situación. Los jóvenes que salen de casa por la mañana sin una triste esperanza de encontrar trabajo. Hoy, ninguna empresa ofrece empleo. Se acabó. Este Gobierno acabó con nuestro país'.

En un discurso didáctico, Lula promete el cambio porque dice estar convencido 'de que Brasil tiene condiciones para cambiar'. Y, dirigiéndose a los otros candidatos que lo acompañan en el estrado, dice: 'Nadie está pidiendo mucho. Este pueblo que está aquí no pide mucho. Apenas quieren el derecho al trabajo, a la vivienda, al estudio, a la cultura y al deporte. No piden nada más de lo que ya está en la Biblia, en la Constitución, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aquí no hay un pueblo que quiere más, sino un Gobierno que da menos de lo que el pueblo tiene derecho'.

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