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Columna
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Blair, precipitante

Andrés Ortega

Tanto como el porqué, cuenta la razón del ahora del arrebato antiiraquí de EE UU: desde la necesidad de un enemigo visible -Osama Bin Laden resulta demasiado escurridizo y vaporoso-, hasta la situación en el Golfo y Oriente Próximo, y un clima de guerra para las elecciones de noviembre, pues si Bush pierde el control del Congreso se puede convertir en lo que en su país se llama un pato cojo, y si lo conserva, en el gran emperador. Frente a la dinámica en marcha en Washington, se ha creado un vacío en esta Europa que no sabe decirle no al Imperio. Y este vacío lo ha llenado, una vez más, Tony Blair, al lograr que vaya precipitando una posición. Ha contribuido de forma decisiva a que George W. Bush se decante por darle, al menos, una oportunidad al Consejo de Seguridad de la ONU; ha arrastrado a otros europeos tras él; y, a pesar de una opinión pública en contra, a la que espera dar la vuelta, ha expuesto su caso ante un reticente Congreso de los Sindicatos (TUC) que, cuando se esperaba un abucheo, no rechistó. Y Blair, que ha convocado a su Parlamento para la semana próxima, se centró en Blackpool en lo que puede representar la mayor amenaza de Sadam Husein: las armas de destrucción masiva, antes que el terrorismo.

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Pero si Blair se ha puesto de parte de EE UU es, ante todo, para preservar la relación especial entre Londres y Washington, y entre la UE y Estados Unidos. El futuro europeo de Blair y de su país se juega también en Irak. Pues es esa doble dimensión, europea y americana, la que da un peso añadido en la UE a un Reino Unido que se va acercando al euro. Como dijo Blair, 'que Gran Bretaña se quede marginalizada en Europa cuando pronto la UE va a tener 25 miembros (...) revelaría un equivocación total de [nuestro] interés nacional en el siglo XXI'. No ha vencido ni convencido. Pero se ha granjeado un gran respeto entre sus detractores.

¿Cabe decir lo mismo de Schröder, que en plena campaña electoral se ha opuesto a la política de Bush hacia Irak? El peso de Alemania no se juega en Irak. Y Schröder ha sentido a su opinión pública, a la que, contrariamente a la británica, estremece el uso de las armas, incluso ahora que Alemania se ha normalizado y tiene soldados en los Balcanes y Arabia Saudí. Hubo un tiempo en que los otros europeos se quejaban del belicismo alemán. ¿Acaso no representa la posición antibélica de Schröder el gran triunfo de la política de Estados Unidos hacia Europa tras la Segunda Guerra Mundial? Y cuando Schröder pide que le expliquen ese 'nuevo mapa' de Oriente Próximo que Cheney dice querer volver a dibujar, está exigiendo, con razón, algo más que consultas. Cuando la crisis de los misiles de Cuba, Dean Acheson fue a explicar a De Gaulle la decisión de EE UU de montar un bloqueo naval en torno a la isla. '¿Me está usted consultando o informando?, preguntó el general. 'Informando', tuvo que admitir el estadounidense. Y De Gaulle apoyó 'la decisión independiente de un aliado'. Ante Irak, Francia, que tiene importantes intereses económicos en juego, está que no pero sí. Si guerra hay, no se quedará atrás, aunque, como pasó en 1991, el Pentágono tenga que prestarle hornos de campaña para hacer las indispensables baguettes.

Al menos tranquiliza saber que si a Aznar 'le dan a elegir entre libertad y tiranía, o entre el presidente Bush y Sadam Husein', no le cabe 'ninguna duda' de 'cuál es su sitio y el de España'. El que se puede sentir insultado con la comparación no es el dictador iraquí, que ya sabe lo que es, sino Bush. Quizás la lectura veraniega de la biografía de Churchill de Haffner haya llevado al presidente del Gobierno a forzar el vocabulario en defensa del 'mundo libre', término usado en otra época, de los años cuarenta y cincuenta, que poco tiene que ver con la crisis actual. Más allá de lo desafortunado de la expresión, con esta dicotomía entre Sadam y Bush, Aznar ha estrechado el margen de maniobra de España. Pero a eso vamos: a una terrible simplificación en una zona del mundo que siempre se ha caracterizado por su complejidad.

aortega@elpais.es

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