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EE UU encuentra el apoyo de Cuba sobre los presos de Guantánamo

Desde que el pasado mes de abril los prisioneros talibanes y de Al Qaeda fueron trasladados del campo Rayos X al campamento Delta, poco se ve desde aquí, del mirador de Malones, un promontorio de 320 metros de altura situado dentro del perímetro defensivo cubano de la base de Guantánamo. La situación dentro de la instalación militar norteamericana no es muy distinta. Los contados periodistas que después de largos trámites burocráticos son autorizados por el Departamento de Estado a viajar a Guantánamo, sólo ven de lejos unos grises muros detrás de los cuales 600 prisioneros de 38 nacionalidades viven hacinados.

Antes, con unos buenos prismáticos, desde Malones se veía la silueta de los presos enfundados en sus uniformes naranja dentro de las jaulas a las que fueron a parar a su llegada de Afganistán. Ahora, ni rastro de ellos. Sólo se divisan con nitidez los 44 kilómetros de cerca de alambre, rodeados del campo minado más grande del mundo, que marcan esta singular frontera terrestre entre Cuba y Estados Unidos.

'En el primer campamento las condiciones eran duras, pero había posibilidad de interacción entre los reclusos y además vivían al aire libre', dice una psicóloga de Guantánamo. 'Sin embargo, las celdas nuevas parecen contenedores', indica. 'Por lo poco que se sabe, sólo tienen una ventana, el espacio no supera los dos metros de ancho por tres de largo, el techo es de aluminio y el calor y el aislamiento son insoportables'.

'Tranquilidad absoluta'

Ayer se cumplieron ocho meses de la llegada de los primeros prisioneros a Guantánamo, pero esto no ha provocado incidentes entre los Ejércitos de Cuba y EE UU. Según el segundo jefe del Ejército oriental de Cuba, el general José Solar, el estado de 'distensión' en torno a la base es total. 'Hay tranquilidad absoluta', afirma. Para Solar, sin embargo, son tan 'injustificables' los atentados terroristas, como mantener a Cuba dentro de la lista de países que promueven el terrorismo'. Los militares cubanos, pese a que consideran ilegal la existencia de la base, colaboran con los norteamericanos e intercambian información diariamente para mantener un clima de normalidad.

También han permitido al Ejército de EE UU que utilice parte de su territorio aéreo para que aterricen los grandes aviones que llegan a diario a la base. Los norteamericanos trabajan ahora en la ampliación de esta cárcel, que podría llegar a albergar a otros mil prisioneros en un futuro próximo.

Pero más allá de las cuestiones diplomáticas, en Guantánamo 600 prisioneros permanecen en un limbo jurídico: son sospechosos de ser terroristas, pero no se les reconoce como prisioneros de guerra ni nadie les da razones de que puede ser de ellos en el futuro. Nada se sabe de las penas a las que podrían ser condenados, ni si alguna vez serán juzgados.

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