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Hamid sigue en Guantánamo

Los padres del ceutí encarcelado en la base naval buscan en el 11-S una imagen fugaz de su hijo en televisión

'¿Qué tiene que ver lo de las Torres Gemelas con la situación de mi hermano?'. Ésta es la respuesta que Yusef, el hermano menor de Hamid Abderrahaman, encarcelado en Guantánamo, dio ayer cuando se le preguntó cómo vivía la familia el primer aniversario de los atentados del 11 de septiembre.

'Están destrozados y no quieren hablar ahora con los periodistas. Y es cierto que hoy más que nunca se acuerdan de Hamid', explica el presidente de la comunidad islámica Al Bujari, Abselam Hamadi, al que esta humilde familia de Ceuta ha erigido en portavoz, ya que su asociación se ha marcado como objetivo que nadie en la ciudad autonóma olvide que Hamid está a miles de kilómetros sin que haya una acusación formal contra él y sin que se le acuse de haber cometido algún delito. 'Creemos que es muy injusto lo que le ocurre', replica.

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Los Abderrahaman pasaron el día de ayer como otro más, con la única salvedad de que todos estuvieron atentos a la televisión, como en los anteriores, siguiendo atentamente noticias y programas especiales, esperando ver en la pantalla al menos una fugaz imagen de Hamid, un joven ceutí de 28 años que desde principios de año está encarcelado en la base americana, junto a otros 600 prisioneros.

Sus padres y hermanos, residentes en el número 189 de la Agrupación Fuerte, en la humilde y fronteriza barriada ceutí de Príncipe Alfonso, no cambiaron ayer su rutina. Desde hace unas semanas rehúyen a la prensa y es el hermano menor, Yusef, el encargado de coger el teléfono cuando suena en el domicilio. 'Es que están escarmentados y agobiados', justifica Hamadi, 'porque les han perseguido periodistas hasta de México y creen que ya nada más se puede contar', matiza.

Desde que a principios de año conocen la reclusión de Hamido en Guantánamo sus vidas han cambiado, han dado un vuelco. Ninguno de ellos podía pensar que los atentados en Nueva York y Washington les afectarían personalmente. Por aquel entonces lo creían en Londres, ciudad a la que había emigrado al no aprobar unos exámenes de ingreso en el cuerpo auxiliar de la policía local. Pero apenas habían mantenido contacto con él durante los meses anteriores y siempre han dicho que ni siquiera se despidió de su madre. Ni imaginaban que Hamid, el sexto de ocho hermanos, acabaría en una celda y con pocas perspectivas de salir. Desde el entorno familiar del preso se defiende a capa y espada su inocencia. Hasta se pone en tela de juicio su proselitismo islámico, a pesar de que fue detenido en la frontera de Pakistán y su religiosidad está fuera de toda duda.

La familia busca desesperadamente en los reportajes de televisión señales de vida, una imagen, una foto de su aspecto actual. En los últimos nueve meses, su único contacto ha sido el de una carta enviada a su madre, escrita en castellano y con el membrete de Cruz Roja.

Y es en esta organización en la que mantienen sus esperanzas, al menos Abselam Hamadi, cuya comunidad está pensando cómo recaudar los más de 120.000 euros que costaría la contratación de un despacho jurídico en Estados Unidos 'para garantizar que se cumplan los derechos humanos y que alguna vez tengamos la posibilidad de extraditarlo a España'.

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