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ARRANCA LA TEMPORADA DE EXPOSICIONES

La mirada incisiva de los fotógrafos atrapa la historia de un año de convulsiones

Una muestra de World Press Photo exhibe las imágenes que resumen los horrores de 2001

José Andrés Rojo

Cada año, la cita con la exposición en la que la Fundación World Press Photo reúne las imágenes ganadoras del certamen de fotoperiodismo que lleva organizando desde hace 45 ediciones vuelve a confirmar una vieja verdad: que el dolor es siempre el protagonista más destacado de la historia inmediata y, seguramente, de la historia a secas. Esta vez, la World Press Photo del Año 2001 muestra el cuerpo de un niño de un año de edad que ha muerto deshidratado en el campo para refugiados Jalozai en Pakistán. Las manos de sus familiares afganos, que huyeron de su país por la inestabilidad política y la hambruna producida por las sequías, cubren con un sudario blanco, siguiendo las tradiciones musulmanas, la frágil figura de un inocente que descansa ya en paz. El danés Erik Refner, autor de la imagen, fue autorizado por la familia para compartir su dolor y asistir a la ceremonia íntima de despedida.

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Desde ayer, la Fundación Telefónica de Madrid reúne hasta el 6 de octubre alrededor de 180 fotografías que se presentaron a este prestigioso certamen de fotoperiodismo. Son imágenes del año 2001, y todas ellas llevan la marca de la inmediatez. Son trabajos de fotógrafos que fueron allí, a cualquier lugar del mundo donde estuvieran sucediendo cosas, para contar lo que veían. Y lo que vieron, la mayoría de las veces, tiene el signo inequívoco de la tragedia, del desastre, la muerte, el dolor, el sufrimiento.

Como no podía ser de otra manera, los atentados del 11 de septiembre se imponen sobre el resto de los sucesos capturados por las cámaras de los reporteros. Están los cuerpos que se precipitan al vacío desde las Torres Gemelas de Nueva York, que captaron Richard Drew y David Surowiecki; está la secuencia en cuatro tomas de la llegada del segundo avión y su impacto contra la Torre Sur (que fotografió Robert Clark); están las ruinas y la desolación que atrapó James Nachtwey, y también están los aturdidos supervivientes cubiertos de polvo que parecen caminar como autómatas rumbo a ninguna parte (la imagen es de Gulnara Samoilova).

Un nuevo mundo

Aunque se haya repetido hasta la saciedad, el horror de los atentados terroristas del 11-S ha cambiado tan drásticamente la manera de enfrentarse a cuanto sucede en el mundo que, en esta exposición, se tiene la impresión de que casi todas las imágenes tuvieran alguna relación con aquella tragedia. Bien anticipándola, o como el resultado, ya conocido, de las decisiones que se tomaron para combatir lo que Bush llamó 'el eje del mal'. Una imagen de Luc Delahaye muestra la carrera enloquecida de unos soldados de la Alianza del Norte que fueron víctimas, el 12 de noviembre y cerca de Kabul, de una emboscada de los talibanes. Y otra secuencia, con cuatro fotos de Tyler Hicks, muestra, primero, la mirada aterrorizada de un soldado talibán que ha sido atrapado por las tropas de la Alianza del Norte y, después, los disparos que terminan con su vida. Pero es que muy cerca de estas imágenes hay otra, de Aleksander Nordahl, que ha captado el rostro sonriente de una niña y los ojos de dos adolescentes que se esconden detrás de una puerta, y entonces parece que la situación postergada de las mujeres afganas formara parte del mismo paquete que incluye los atentados del 11-S.

El conflicto que enfrenta a palestinos e israelíes también está ampliamente representado (y también se percibe ahí la sombra de los atentados). La mirada perdida de un combatiente armado revela su furia interna por el asesinato en un atentado de Atef Abiyat, de las milicias palestinas Tanzim (la foto es de Kai Wiedenhöfer). En otra imagen (de David Guttenfelder), Yasir Arafal lleva el ataúd de Hisham Miki, su amigo y director de la televisión estatal palestina que fue liquidado en un restaurante. Un reportaje de Jan Grarup se acerca, en fin, a la vida cotidiana de esos jóvenes palestinos que arrojan piedras contra los tanques y soldados israelíes. La intensidad de los combates se mezcla con sus ratos de ocio.

Globalización

El mundo no acaba ahí, sin embargo, aunque la globalización parece acercar todos los acontecimientos. El año 2001 fue el de la marcha de los zapatistas a la ciudad de México. Continuó la sangrienta guerra de guerrrillas en Argelia. Hubo manifestaciones en Argentina contra la crisis económica.

Siguieron llegando pateras cargadas de emigrantes a las costas de Andalucía (la foto es de Lorena Ros & Dominic Ridley, España). Hubo todavía tensión en Kosovo (lo cuenta un reportaje sobre un tren que lleva fuertemente protegidos a serbios y a gitanos por zonas albanokosovares). Violencia en Colombia con las FARC y violencia en Génova en las manifestaciones antiglobalización: detrás del brillo de los escudos de la policía, se ve el cadáver del joven Carlo Giuliani en la imagen de Antoine Serra. Y más y más y más: el sida en África, los suburbios de Gorazde, la difícil supervivencia de los nuba, un terremoto en el estado de Gujarat en la India.

Junto a tanta información sombría, el World Press Photo ofrece también fotografías que recogen el lado amable de la vida (el español Fernando Marcos Ibáñez fue premiado por una imagen de la Compañía Nacional de Danza) o de los afanes de cada día de la gente corriente. Y también los avances de la ciencia y la tecnología, los deportes, la naturaleza. Se puede ver a los jóvenes cubanos que boxean o la explosión creativa de Dakar.

En esta edición se presentaron 49. 235 imágenes de 4.171 fotógrafos de 123 países. La selección de los premiados fue un trabajo arduo. El resultado, francamente, merece la pena.

El cuerpo del niño afgano fotografiado por Erik Refner, premio World Press Photo de 2001. FOTOGRAMAS
El cuerpo del niño afgano fotografiado por Erik Refner, premio World Press Photo de 2001. FOTOGRAMAS
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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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