"A mi juicio, los jesuitas fueron los primeros globalizadores"

Los barcos de madera que se entremezclaban en los océanos de la época moderna fueron trazando las líneas de un fenómeno que hoy llega a su apoteosis: la globalización. Y hay un año de casualidades claves para entenderlo: 1688. Por eso, John E. Wills Jr., catedrático de Historia en la Universidad del Sur de California, especialista en China, ha centrado en esa época su aproximación a cosas que se explican mejor al leer 1688. Una historia global (Taurus). Wills ahonda en la idea de que el mundo es un mercado de intercambios constantes desde entonces y trata de recolocar el papel jugado por Europa: 'No creo que la historia sea eurocéntrica', dice.

En 1688, el padre Vincenzo Coronelli, cosmógrafo veneciano, distribuyó entre sus suscriptores lienzos de un mapa cortados de manera que formaban la superficie de un globo terráqueo. Era el año en que la costa de oro africana, las actuales Benín y Togo, entre Ghana y Nigeria, parecían tierras de nueva promisión para los europeos; el año en que florecían en Japón ciudades como Kanazawa, Edo o Nagasaki y el año en que los sultanes del islam pujaban por estar a las puertas de Europa.

'1688 era el año en que los sultanes del islam pujaban por estar a las puertas de Europa'

'Combinaban el catolicismo con Confucio o con los dioses guaranís'

Pero es, sobre todo, el año en que el reino de Siam se convirtió en el centro de una disputa de poder entre ingleses, franceses, holandeses y daneses en un área dominada por la poderosa Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que operaba en numerosos puntos entre el Cabo de Buena Esperanza y Nagasaki, con un protagonista: Constantino de Faulcon, un broker de la época. 'Empecé a escribir este libro por casualidad. Yo investigaba las relaciones de Europa con China en el comercio y me encontré con todo ello'.

Así, este profesor curtido en desentrañar caminos mestizos de riqueza, de intercambio, que ha publicado ya su libro en Gran Bretaña, Estados Unidos y Brasil, ha confirmado la importancia de la Historia Moderna en el presente. 'Hay muchas teorías sobre la globalización que así lo demuestran', dice en conversación telefónica desde California. Wills enfoca su texto desde los testimonios humanos: 'Debemos seguir oyendo las voces de los hombres y las mujeres que fueron protagonistas'.

Y con esos hombres y mujeres, este experto en el mundo oriental ve la misma huella en cualquier parte del planeta. 'Debemos reorientar nuestra visión del pasado y colocar también el Oriente en el medio de nuestras cosas', afirma. 'Los teóricos de la globalización reivindican la importancia del islam, China e India por sus contribuciones al nuevo mundo a través de la fuerza de su comercio'. Países, geopolítica... Pero él insiste en el factor humano y habla de los jesuitas como 'los primeros globalizadores. Ellos son el producto de una alta cultura renacentista, conscientes de la importancia que tiene mezclar el cristianismo, hacerlo transparente y permeable a otras creencias. En sus escuelas se estudiaba a los estoicos, se les animaba a mezclarse, viajar, aprender idiomas y combinaban el catolicismo con Confucio o con los dioses guaraníes. Supieron elaborar un humanismo católico'.

Como ocurre con los científicos, filósofos y escritores que fueron creando el magma moral de la edad moderna: el barroco. Entre ellos, Wills destaca a Isaac Newton: 'Era un ser atormentado y un visionario inspirado que nos legó unos descubrimientos que nos permiten comprender el sentido del mundo'.