LOS QUE NO TIRAN LA TOALLA
No todo es negativo en Argentina. Pese a las enormes dificultades, algunos siguen apostando por el país y ponen en marcha proyectos con mentalidad emprendedora. Otros intentan sacar partido de la devaluación del peso frente al dólar.
En una hacienda de General Las Heras, en la provincia de Buenos Aires, el administrador dirige, con la ayuda de los peones a caballo, la operación de marcar y seleccionar el ganado para la reproducción. La propiedad tiene 2.700 hectáreas, dedicadas a la explotación mixta agraria y ganadera, y 2.000 crías para la producción de la apreciada carne argentina.
'Después de la devaluación del peso el campo es uno de los pocos negocios rentables en este momento en Argentina. Las cifras de rentabilidad en las propiedades agrícolas y ganaderas alcanzan porcentajes históricos'. Luis Clusellas, director de Bullrich Campos, empresa que se dedica a la venta y tasación de campos, explica que 'la carne ha conseguido mercados internacionales nuevamente, y después de la devaluación ha pasado de 35 centavos de dólar a 60 centavos, con lo que se ha duplicado el valor en dólares en el corto plazo'.
El campo recupera el protagonismo de antaño y se vislumbra como la tabla de salvación de la crisis
'Hemos estado en los mejores momentos y también en los peores', dice el dueño de una cadena de restaurantes
El campo recupera el protagonismo que antaño tuvo en la economía argentina y se vislumbra como la tabla de salvación de la crisis. Vuelve la inversión al sector agropecuario porque la gente no quiere estar más en el mundo financiero después del golpe que ha supuesto la congelación de depósitos en el corralito bancario y la incertidumbre que provocó la suspensión de pagos de la deuda y la devaluación del peso.
Entre quienes apuestan por el campo hay productores agrícolas que han tenido buenos ingresos por los valores de los cereales, en dólares según los precios internacionales, y menos costos por ser en pesos. Luego están quienes pudieron esquivar el corralito y tienen liquidez, y, por último, hay inversores extranjeros (españoles, italianos, neozelandeses, estadounidenses) que han analizado el mercado como una oportunidad.
No ocurre lo mismo con el sector inmobiliario, donde hay mucha oferta en este momento y no se están dando la cantidad de negocios necesarios como para hablar de una reactivación. El alquiler de la propiedad no es rentable porque está pesificado, mientras que en el campo parte de su producción está dolarizada.
Para Clusellas y otros productores consultados, el agro es el único sector dinámico que da rendimiento independientemente de las condiciones. 'Podríamos exportar muchísimo más', coinciden los productores que no pierden la ocasión de criticar las trabas puestas por el Gobierno. '¿Qué ha hecho para favorecer a la industria agropecuaria y para tener una política conjunta común y realmente promocionar nuestras carnes y abrir mercados? Han sido muy negligentes con la soja hace dos años, muy negligentes con las inundaciones, son negligentes cuando nos imponen tres o cuatro tipos de impuestos'.
La mayor queja es contra las llamadas retenciones a las exportaciones, que para el sector agropecuario alcanzan el 20%, lo que reduce considerablemente los márgenes. 'Entonces uno invierte menos porque está el riesgo de que aumenten más las retenciones'. El vicecanciller y secretario de Comercio Internacional, Martín Redrado, entiende las quejas y reconoce que es un impuesto distorsivo. Ésta es su justificación: 'Argentina ingresó en esta crisis por un desorden fiscal, porque comenzó a endeudarse más de la cuenta en 1997 y1998 y esto terminó también en un contexto en donde hubo menor flujo de capitales a partir de las distintas devaluaciones competitivas que hubo en Rusia, en el sureste asiático y en Brasil. Las retenciones son una distorsión temporaria, pero en una crisis fiscal lamentablemente lo que se ha buscado son impuestos que sean fáciles de recaudar y éste es un impuesto que se recauda directamente en aduanas. Es difícil evadirlo'.
Mendoza es la cuna de los excelentes vinos que produce Argentina, pero el sector tiene un potencial que supera con creces el territorio de la provincia andina. 'Hay que tener en cuenta que Argentina es un corredor de cerca de 4.000 kilómetros de producción vitivinícola con producción de diversidad de suelos, climatologías, alturas. Tenemos, desde muy al norte de la provincia de Catamarca hasta muy al sur en la provincia de Río Negro, una gran ventaja de una calidad estándar muy elevada en muchas variedades. Todo ello nos permite hacer productos diferentes y poder ser un gran proveedor de vinos en el mundo'. Alberto Arizu pertenece a la familia propietaria de Luigi Bosca, una de las bodegas de mayor prestigio.
A comienzos de la década de los noventa, Argentina exportaba poco más de cinco millones de dólares anuales. Hoy está cerca de los 150 millones. 'No en vano se han invertido 1.000 millones de dólares en cinco años en la industria vitivinícola'. Arizu reconoce que hasta hace poco más de seis meses exportar en Argentina no era algo imprescindible. 'En términos de moneda dólar, uno lograba el mismo rendimiento en las ventas locales que afuera', recuerda el bodeguero, que vaticina un crecimiento significativo del sector a partir del año próximo. 'Muchas bodegas están preparándose y armando su estructura, nuevas bodegas que no exportaban se incorporan a la lista de exportadores con las ventajas del beneficio del cambio y eso va a ayudar a un desarrollo más rápido de nuestra industria'. Argentina exporta un 15% de la producción vinícola y el objetivo es duplicar este porcentaje en los próximos 10 años.
El fin de la convertibilidad que mantuvo la paridad uno a uno entre el peso y el dólar ha disparado la fiebre por la divisa estadounidense y ha supuesto la reaparición de actividades olvidadas desde la hiperinflación, como las llamadas cuevas que abundan estos días en el centro financiero de Buenos Aires. Estas oficinas bajo la cobertura de una empresa legal realizan diferentes operaciones financieras sin estar reglamentadas ni pagar impuestos. Por ejemplo, realizan transferencias prohibidas por las actuales restricciones bancarias. En la década de los ochenta muchas cuevas acabaron convirtiéndose en bancos como fue el caso del Banco Piano o el Banco Macro.
Algunos han regresado al pasado, como el gerente de una empresa textil que dirige una cueva, tal y como hacía en 1989. 'Y bueno, hemos vuelto porque hay negocio. Mientras haya controles financieros hay negocios financieros', asegura. 'Al salir de la convertibilidad empieza lo que se llama la flotación sucia, porque la gente sabe que cuando se sale de la convertibilidad se piensa en dólares. Cobran a principios de mes, cambian a dólares y a fin de mes tienen una diferencia. Por lo menos durante el mes no te descapitalizas tanto'. Explica que muchos bancos y casas de cambios no venden más de 500 dólares en una operación, porque actúan por cuenta y orden del Banco Central y tienen limitada una cantidad de dólares para la compra y la venta. 'Una cueva te vende lo que quieras, seguramente pagues un precio más caro, pero no te comes las supercolas. Además, todas las cuevas hacen delivery, hay cadetes que te llevan la plata a tu casa'.
En un terreno alejado de la especulación financiera, María Médici, 54 años, se dedica al diseño de joyas con un estilo 'minimal', según su propia definición. Vivió 22 años en España, donde empezó como escultora hasta que dio el salto. 'Me fue muy bien y me dije: voy a montar mi empresa. Me fui de Madrid'. Regresó a Argentina hace tres años con la idea de abrir un local, pero la recesión ya golpeaba. 'En una especie de delirio dije '¡basta!'. Acá la cuestión no es quedar separado, sino poner la cabeza y seguir trabajando, porque creo que lo peor que puedes hacer ahora es estar en un país en crisis y ponerte a llorar'. Hoy tiene una galería en el barrio de Palermo Viejo, su propia página web y negocia la apertura de una tienda en una galería comercial muy exclusiva.
'El valor de la plata y el oro son valores internacionales, valen lo mismo en todas las partes del mundo. Lo que tenemos ahora con la devaluación es una mano de obra más barata. La fundición, por ejemplo, aun cuando hay inflación tenemos unos precios muy competitivos. Yo tengo una señora que me lleva las cosas en España y ella está sacando una buenísima comisión, pero en realidad está vendiendo las cosas más caras. Es bestial'. María Médici está convencida de que Argentina vive momentos dramáticos, 'pero si trabajas existe la posibilidad de seguir'. 'Todo depende de lo que uno entienda por ir bien. Yo estoy contenta, trabajo, vivo de lo que quiero, vivo de mi trabajo pero no tengo un helicóptero en la terraza de casa'.
María Laura di Ciancia y Juan Martín Guarracino se han lanzado a una aventura para la noche porteña. Los dos proceden de familias de origen italiano que llegaron a Argentina hace 30 años. Ella es la heredera de la cadena de pizzerías más tradicional de Buenos Aires, mientras que la familia de él empezó con una frutería hasta convertirse en la dueña de la primera heladería. Pizzas y helados se han unido en un proyecto de restaurantes tipo bistró llamado Pizza y Espuma, que de momento tiene dos locales en la capital argentina y proyecta llegar pronto a España. 'Hemos estado en los mejores momentos y hoy estamos en los peores', reconoce Guarracino, que reivindica la empresa familiar y tradicional. De momento la apuesta es un éxito a pesar de la recesión y los dos restaurantes están llenos cada noche.
'Yo creo que si un proyecto se analiza, se estudia muy bien, si se tiene en cuenta la imagen, el precio, la calidad del producto, el estar en el negocio, eso es muy importante. En Argentina hay mucho capital, pero falta la mano de obra buena, artesanal'. La devaluación les ha complicado las cosas. 'Tenemos que dedicar más tiempo a los números para ajustar la rentabilidad del negocio, que sigue siendo totalmente rentable. Lamentablemente, tienes que estar en la especulación, porque sabes que en la crisis en algunos casos haces buenos negocios. Hoy, por ejemplo, se consiguen muy buenos contratos de alquiler. Eso nos favorece. Son los mejores momentos porque la gente está deprimida, pero uno se posiciona y la gente nos halaga'.
En Santiago del Estero, una de las provincias más pobres de la Argentina profunda, Eve Luz Yñíguez, de 38 años, coordina un proyecto que ha alcanzado una dimensión insospechada. Las escobas que producen pequeños talleres artesanales llegan desde febrero pasado a Canadá. 'En la zona desde siempre se han producido escobas, pero no había habido una venta de este tipo, porque desconocían lo que era la promoción. El Centro de Información y Gestión y Agronegocios de Luz Yñíguez ha puesto su granito de arena que ha permitido convencer al centenar de productores de escobas santiagueños que ellos también pueden pensar en exportar. Y así ha sido. Primero ha sido Canadá, pero ya están en cartera los mercados de Israel, Estados Unidos, Ecuador. Asimismo, varias empresas en Buenos Aires han solicitado cotización -una de ellas pidió 50.000 escobas- y a su vez acuerdan con sus compradores extranjeros. Pero ¿qué tienen de particular las escobas de Santiago del Estero? 'Para los extranjeros es un producto ecológico. El 95% está hecho por productos que no contaminan el ambiente. Éste es el valor agregado que aprecian en nuestras escobas', contesta Yñíguez. 'El éxito', añade, 'fue poner el producto en una página de Internet y que alguien lo pida. Porque después nos enteramos que México o China eran países que se dedicaban a exportar escobas'.
Desde el Gobierno, el vicecanciller Martín Redrado sostiene que en los últimos meses Argentina ha tenido una política comercial muy agresiva de negociaciones, para disminuir barreras arancelarias para productos argentinos en el mundo. 'Hemos aumentado la cuota de carne que teníamos con la Unión Europea, y esto junto con la apertura y otras negociaciones con el mercado de carnes ha reactivado la industria frigorífica'. Según Redrado, la estrategia de negociaciones comerciales múltiples ha permitido ganar acceso a mercados por 2.200 millones de dólares.
Mañana comienza la serie Los contrastes de Moscú, por Pilar Bonet, con el capítulo Belleza y fitness para la élite.
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