Energía solar para pobres
La energía solar no es sólo una opción para que los países ricos reduzcan sus emisiones de gases. A veces es la única posibilidad que tienen zonas adonde no llega un simple cable de la luz. Es el caso que se encontraron los ingenieros de telecomunicación españoles Andrés Martínez y Valentín Villarroel, responsables del proyecto Enlace Hispano Americano de Salud (EHAS), cuando se plantearon mejorar la red sanitaria de la cuenca del río Guayaga (Perú).
Sin luz, agua ni teléfono, los puestos de salud de la zona atienden a 50.000 indígenas dispersos por un territorio de 30.000 kilómetros cuadrados. Para llegar al hospital más cercano, el de Yurimaguas, sólo hay una opción: caminar hasta el río, y navegar. El tiempo de evacuación pasa, en el mejor de los casos, de las seis horas, según explican los responsables del proyecto, que cuenta con el apoyo de Greenpeace. En temporada seca o si la barca ha salido, el traslado puede durar hasta 72 horas.
Estas condiciones han cambiado gracias a un sencillo proyecto. Martínez, de 32 años, vio las necesidades cuando hizo la prestación social en Lima. 'Me di cuenta de que el sistema tenía que ser muy sencillo: no había cableado, y había que olvidarse de redes de banda ancha y otros lujos tecnológicos'. La solución, un sistema de radio que permite transmitir voz y datos entre 33 puestos de salud, siete centros y el hospital.
Para alimentar los equipos, cada puesto cuenta con un panel de energía solar. Estas casetas en medio de la selva están atendidas por auxiliares de clínica, que han de responder a cualquier emergencia. 'Tienen poca preparación, y además se encuentran solos', explica Martínez. Los centros, algo mayores, tienen un médico, un laboratorio, enfermeras y técnicos. Además, disponen de línea telefónica y luz eléctrica 'durante cinco o seis horas'. En estos ambulatorios los ingenieros han instalado baterías para que puedan disponer de energía durante todo el día.
El proyecto tiene muchas ventajas. Para empezar, es barato. Los 42 millones de pesetas (252.000 euros), que aportaron la Agencia Española de Cooperación Internacional y la Universidad Complutense de Madrid, se amortizarán en dos años con el ahorro en combustible para las embarcaciones. Las comunicaciones, que usan la radio, son gratuitas. Además, el mantenimiento corre a cargo de personal del país, con lo que se ha transferido y abaratado la tecnología.
Otra ventaja es que los auxiliares pueden enviar sus informes sobre vigilancia epidemiológica (la zona sufre endémicamente de malaria y dengue) sin tener que desplazarse. También reciben asesoramiento. En un año han conseguido resolver 254 dudas sobre tratamiento y 391 consultas sobre diagnóstico sin tener que trasladar a los enfermos. La red también sirve para que los auxiliares hagan cursos on-line sobre temas sanitarios y 'para que no se sientan tan solos', señalan los responsables del proyecto.
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