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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Piedras sobre el turismo

Los datos ofrecidos el viernes por el Instituto Nacional de Estadística confirman que el verano no ha modificado la tendencia a la baja que venía apreciándose en el negocio turístico, la primera industria nacional. Ello ha reavivado la polémica sobre los efectos de la ecotasa -impuesto especial para turistas destinado a financiar medidas de conservación del medio ambiente- implantada por el Gobierno de Baleares. Se trata de una polémica bastante artificiosa y en todo caso contraproducente.

Los datos son malos. El descenso del 5,5% en julio se añade al de un 7% el mes anterior y a la negativa expectativa de un retroceso en las reservas para septiembre. La patronal hostelera estima en el 10% el retroceso de ingresos en el conjunto del año, incluso si, merced a ofertas especiales, se lograse equilibrar de aquí a fin de año el número de visitantes. Aparte del mal tiempo de julio, una causa obvia es la coyuntura económica mundial -agravada por los efectos psicológicos del 11-S- , especialmente en Alemania, principal país de origen de los turistas. Los expertos alertan, sin embargo, sobre el deterioro de la relación calidad-precio, lo que favorece a países competidores como los de la antigua Yugoslavia, una vez normalizada la situación política, y a los de la ribera sur del Mediterráneo.

El hecho de que el retroceso haya sido en Baleares algo superior a la media (del 7,4%) ha sido esgrimido como argumento contra la ecotasa. Es un juicio temerario. Por una parte, porque la bajada ha sido casi idéntica en la costa de Levante (7,3%) en julio, y, por otra, porque en Canarias, el otro destino insular del turismo extranjero, la caída fue hasta el verano superior a la de Baleares. Pero además es una polémica absurda. Mucho más que el euro diario de la ecotasa es la acusación que la presenta como un abuso lo que puede disuadir al viajero alemán o británico. Es lógico que intenten utilizar ese argumento los países competidores, pero resulta ridículo que lo aticen los propios responsables del turismo español, por criterios de rivalidad política. Si se argumenta que hay que actualizar la oferta en busca de un turismo de mayor calidad, ¿qué medida más oportuna que las destinadas a contrarrestar el deterioro debido a la masificación? Baleares tiene proyectadas inversiones conservacionistas muy costosas hasta 2004 a financiar con la ecotasa. ¿No merecen esas iniciativas el apoyo del sector, incluyendo el de la Administración central española?

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